Medio
Oriente: la guerra es tragedia
para todos
Imagen (de
modo ilustrativo): it.stlawu.edu
La
soberbia del poder ha llevado
a Israel ha a no medir las
consecuencias del ataque que
está realizando contra
el pueblo palestino, el Líbano
y otros países árabes.
No les importa el precio de
los daños colaterales,
como la matanza de niños,
mujeres, jóvenes, y
ancianos indefensos. En un
comunicado de prensa, Adolfo
Pérez Esquivel convocó
a intelectuales, artistas,
y educadores a que dejen su
modorra y a que pongan en
práctica el pensamiento
y la acción, dado que
sólo así podrán
contribuir a sumar sus esfuerzos
para detener la locura de
la guerra y generar la Paz.
También convocó
a los pueblos: “Es necesario
que los pueblos asuman la
resistencia, social, cultural,
política y espiritual
a través de movilizaciones,
de la no cooperación
con la violencia e injusticias,
de sumar esfuerzos con otros
pueblos y denunciar a los
responsables de las dominaciones
y el dolor que afectan a toda
la humanidad”.
(Serpaj-
1-8-2006) Recuerda que fuiste
esclavo en la tierra de Egipto,
y el Señor, tu Dios,
te sacó de allí”,
Deut. 5. 15.
La
humanidad se ve sacudida por
el aumento de guerras y conflictos
armados, el incesante aumento
de la irracionalidad, de pensar
que la violencia es la solución.
Lo único que han logrado
hasta el momento es aumentar
las muertes, y el derramamiento
de sangre de los pueblos,
mientras los gobernantes y
aquellos que tienen el poder,
buscan justificar lo injustificable.
Para algunos la guerra es
negocio a costa de la vida
de los pueblos, que siempre
ponen sus muertos, el dolor
y sufrimiento.
Israel
ha desoído a la Asamblea
General de las Naciones Unidas
y otros organismos internacionales,
a cuarenta y seis recomendaciones;
con total y absoluta impunidad,
amparada y protegida por los
Estados Unidos, quien ejerciendo
su derecho de veto, lo ha
utilizado para impedir las
resoluciones que condenaban
a Israel, por sus ataques
y opresión contra el
pueblo palestino, el Líbano
y otros países árabes.
La
soberbia del poder los ha
llevado a generar mayor violencia
sin medir las consecuencias.
Están transitando caminos
sin retrocesos y empleando
medios que justifiquen sus
fines. No importa el precio
de los “daños
colaterales”, la matanza
de niños, mujeres,
jóvenes, y ancianos
indefensos. Quieren hacer
creer al mundo que ellos son
las víctimas y no los
victimarios.
Le
escalada de violencia desatada
por los EE.UU. e Israel en
el Medio Oriente, las invasiones
a Irak y Afganistán,
están marcadas por
las atrocidades cometidas
en las cárceles de
Abu Ghraib y en la base militar
de los EE.UU. en Guantánamo,
Cuba. Han utilizado la tortura,
el trato cruel y degradante,
condenado por las Naciones
Unidas, violando el derecho
internacional y humanitario.
Israel ha justificado y utilizado
la tortura para lograr sus
fines. El derecho internacional
ha quedado hecho trizas.
Es
necesario que la comunidad
internacional ponga fin a
la barbarie, a las masacres.
Debemos decir, una vez más
que no justificamos los atentados
de ninguna de las partes.
Debemos condenar todo tipo
de terrorismo: de los grupos
ocultos en las sombras y del
terrorismo de Estado. Optamos
claramente por el derecho
de los pueblos a su existencia,
a su soberanía, a la
vida en libertad.
Sumamos
nuestra voz a miles de otras
voces que dicen ¡BASTA
A LA GUERRA!
En
Israel, en Palestina y en
el mundo, se están
movilizando ciudadanos y ciudadanas
que reclaman el cese de la
violencia y quieren abrir
el diálogo que permita
llegar a una solución
del grave problema que afecta
a todo el Medio Oriente; Israel,
el Líbano, Palestina,
Irak, Afganistán.
Thomas
Merton dice que: “El
poder no tiene nada que ver
con la paz. Cuando más
aumenta su poder militar,
más viola la paz y
la destruye”.
Miremos
los acontecimientos en el
mundo; se ha perdido el equilibrio,
la capacidad de razonar que
la guerra es una tragedia
para todos. Es urgente desarmar
la razón armada, reconocer
que nada es posible oponiéndose
con otra razón mayor,
sino que es necesaria la capacidad
de encontrar y respetar al
otro.
Si
no se logra, los vencedores
de cualquier bando quedan
vencidos y víctimas
de su propia violencia e idiotez.
Y los vencidos buscarán
revancha a sus frustraciones.
Ninguno logrará la
paz y las heridas quedarán
abiertas por muchas generaciones,
sin poder cicatrizar. Más
de 50 años de guerra
entre Israel y Palestina no
han logrado alcanzar ningún
objetivo en bien de los pueblos;
lo único que han logrado
es sembrar la destrucción,
la miseria, el dolor y la
muerte.
Los
gobernantes se rodean de guardias
y equipos sofisticados para
protegerse y siempre están
a resguardo de las bombas
y los atentados justificando
las masacres contra el otro.
Así, van a alentar
a las tropas para que continúen
matando.
Utilizan
la violencia y la justificación
de las palabras, vaciadas
de contenido. Utilizan largos
discursos que ni ellos creen.
Mientras tanto las muertes
se suman, y los seres humanos
pasan a ser una abstracción.
¿Cuántos murieron
hoy?- ¿Cuántos
civiles, cuántos soldados;
cuántos niños,
mujeres, jóvenes y
ancianos morirán hoy?.¿Y
mañana, cuántos
se sumarán a la lista
del horror? - ¿Cómo
es esperar la “bomba
inteligente” que los
destruirá dentro de
cinco minutos,… un hora,…
un segundo? - ¿Cuál
es el precio de toda ésta
locura? - ¿En cuánto
valoran una vida y el precio
de una bomba?- ¿Cuánto
representa el precio de un
tanque o de un avión
de combate?
¿Saben
los gobernantes y señores
de la guerra que, por día
mueren en el mundo más
de 35 mil niños de
hambre, según el informe
de la FAO? ¿Cuántos
hospitales, escuelas, programas
para la vida se podría
realizar con el valor de uno
sólo de esos instrumentos
de muerte?
Para
los poderosos señores
de la guerra, negocios son
negocios, la muerte produce
buenos dividendos, las “bombas
inteligentes” matan
más y mejor; los tanques
y aviones de combate sofisticados,
destruyen más y mejor.
¿Quienes son los traficantes
de la muerte que se enriquecen
con la sangre de los pueblos?
Es
urgente reaccionar, no bastan
las palabras. El dolor y la
muerte, provocadas por la
guerra continúan, frente
a la irresponsabilidad de
los gobernantes que desataron
la violencia y ya no saben
como contenerla y evitarla.
La
guerra nace en la mente de
los hombres y es necesario
desarmar la conciencia armada,
para encontrar otros caminos
y alternativas que lleven
a la resolución de
los conflictos.
Es
necesario cambiar el curso
de los acontecimientos a través
de acciones colectivas y desarrollando
la solidaridad entre los pueblos.
Es
necesario que los intelectuales,
artistas, educadores dejen
su modorra y se sacudan el
polvo y pongan en práctica
el pensamiento y la acción;
la coherencia entre el decir
y el hacer. Sólo así
serán creíbles
y podrán contribuir
a sumar sus esfuerzos a muchos
otros, para detener la locura
de la guerra y generar la
Paz.
Es
necesaria la movilización
de los trabajadores, de los
jóvenes, de hombres
y mujeres que reclaman otro
mundo posible.
¿Cuándo
aprenderán, los pueblos
de Israel y Palestina, a convivir
como hermanos y no como enemigos?
¿Cuándo dejarán
de matarse unos a otros? Es
lo que han hecho hasta ahora
y no han logrado resolver
absolutamente nada, sólo
justificar el horror en nombre
de la idiotez humana.
Es
necesario que las iglesias
se convoquen, a nivel ecuménico
y mundial, para orar y actuar,
sin sectarismos, ni fundamentalismos.
Orar al Dios de la Vida y
reclamar el cese inmediato
de la violencia.
Es necesario incrementar las
posibilidades del diálogo,
de los consensos, de acuerdos
que respeten el derecho de
cada pueblo. Se necesita de
la voluntad política
y de la toma de decisiones,
que demandan coraje. Desterrar
los miedos y el fatalismo,
la cobardía oculta
detrás de cañones
y fusiles, de tanques y aviones
que no les permiten ver más
allá de sus mezquinos
intereses.
Es
necesario que los pueblos
asuman la resistencia, social,
cultural, política
y espiritual a través
de movilizaciones, de la no
cooperación con la
violencia e injusticias, de
sumar esfuerzos con otros
pueblos y denunciar a los
responsables de las dominaciones
y el dolor que afectan a toda
la humanidad.
Naciones Unidas, y los organismos
internacionales han quedado
neutralizados y postergados
por los intereses políticos
de las grandes potencias como
EE.UU. y Gran Bretaña.
En el primer artículo
de la Declaración de
la ONU dice: “Nosotros
los Pueblos del Mundo…”.
Hay que ponerse de pié
y caminar hacia nuevos horizontes
de vida y no de muerte. A
pesar de todo, esa es la esperanza.
Adolfo
Pérez Esquivel
Premio Nobel de la Paz
Agencia Walsh
1/8-2006
|