Las elecciones PASO son una especie de internas abiertas para que los distintos partidos puedan medir públicamente sus distintas corrientes. Si bien fueron impulsadas durante el kirchnerismo el mismo Frente de Todos presentó lista única y recibió un duro golpe.
De salir igual en las elecciones de noviembre perderían 9 de sus 120 bancas en Diputados –quedando en 111- y perdería 6 de las 41 que tiene en el Senado, quedando en 35. Por otro lado Juntos por el Cambio se posicionaría mejor en ambas cámaras, con 5 nuevas en Diputados alcanzaría 120 bancas, mientras en el Senado alcanzaría a las 34 bancas. La gobernabilidad quedaría más discutida. Más cuando el Frente de Izquierda (FIT) duplicaría su peso, de 2 a 4 bancas, el lavagnismo con Randazzo sumando otra llegaría a 4 bancas y se incorporaría una nueva fuerza: la Libertad Avanza de Javier Milei que sumaría directamente 4 bancas. Más las otras 14 que suman las fuerzas de las provincias.
Mientras Leandro Santoro hizo una relativamente buena elección en la ciudad -donde el peronismo no suele tener un porcentaje más grande- en el gran bastión peronista la candidata, Victoria Tolosa Paz, dicen que la única puesta a dedo por el presidente, salió mal parada. Uno podría preguntarse ¿por qué el electorado no sigue acompañando como hace poco más de un año? Se me ocurren un par de cosas:
Libertades conquistadas por los pueblos durante una larga historia se vieron avasalladas por la llamada pandemia en todo el mundo, aunque en algunos lugares más, como acá. Mientras el kirchnerismo siempre estuvo defendiendo los derechos humanos pasamos a ahora descuidar los DDHH actuales donde perdimos muchas libertades. Y si bien a mucha gente le gusta trabajar desde el hogar y a muchos les vino muy bien la pandemia por beneficiarse de modo económico, como las llamadas empresas de salud que cobran por caso covid, a una gran mayoría de los trabajadores, al no poder moverse libremente para trabajar, les perjudicó muchísimo. Basta con ver las dificultades con las que se enfrenta el comercio barrial.
La falta de libertad se vio también reflejada en un discurso único, unificado entre ambos partidos dominantes, donde la única disputa fue si había o no vacunación vip, pero no si la inoculación transgénica que aún está en etapa experimental es lo suficientemente saludable y si realmente compensa los efectos adversos y tal vez lo más importante, si realmente sirve. Todo deja entrever que detrás del poder estatal gobierna alguien con más poder que el propio gobierno que, parecería, solo administra.
Mientras estamos en una economía que está muy mal, todo carísimo, salvo los ingresos que en proporción son cada vez más bajos para la gran mayoría. ¡Fijémonos al nivel de endeudamiento que hemos llegado que hasta Macri se atrevió a desafiar a Fernández diciendo que se endeudó más que él! ¡Hasta las monedas valen más por su metal que por su valor monetario! Y a eso le podemos sumar quejas de muchos trabajadores que “la ven pasar, pero nunca les toca”: no está bueno que se compense más a quien no trabaja que a quien se esfuerza… hay familias que alquilan, donde trabajan y les cuesta mucho llegar a fin de mes pero no reciben subsidios por hijos, préstamos dulces, ni ninguna de las medidas que sí pueden obtener quienes no presentan trabajos en blanco. Tampoco es de extrañar que los primeros no logren una vivienda propia cuando los segundo sí. Es cuestión del estado ver luego cómo parar tantos fuegos, tarea nada sencilla con un cuarenta y dos por ciento de la población bajo la línea de pobreza.
Por último, la cosa que en mi opinión fue como la frutilla del postre fue cuando, predicando una reglamentación que el mismo jefe mayor no cumple, mientras todos estábamos encerrados, sin juntarnos y sin posibilidad de despedir a familiares moribundos o fallecidos, el presidente quedó filmado en una fiestita en la Quinta de Olivos.
Estas cuestiones abrieron las puertas para que un verborrágico y desafiante Milei entre al escenario representando intenciones generales: que el país del trabajo y la confianza vuelva. Donde la política no sea un nicho para hacer dinero, mientras “la casta política” vive en un mundo paralelo. Sostiene que mucha es la gente que quiere poder vivir de su propio esfuerzo y no de migajas. El economista y rockero Milei habla del ejemplo de Irlanda y quiere “dinamitar el Banco Central”.
Veremos en estos dos meses qué paso dará el gobierno para volver a generar más confianza y qué dirá el pueblo en las urnas el 14 de noviembre.

R.S.

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