Con la asunción del nuevo presidente de la República Argentina, Alberto Fernández, cambian nuevamente las reglas de juego. Este nuevo acuerdo implicaría no permitir un lucro tan desproporcionado a las grandes multinacionales, como las que nos brindan los servicios básicos a precio dólar, y también le bajaría los decibeles a la descomunal timba financiera que mantiene la especulación en alza (y por ende a la producción en baja). En consecuencia estimulará el consumo local.
El nuevo equipo ya puso esa tendencia en juego al subir los aranceles a la exportación de granos, duplicar las indemnizaciones, ampliar Precios Cuidados, reducir el precio de los medicamentos, prometer retomar las computadoras a los secundarios y anunciar la reapertura de las paritarias docentes. El próximo aumento a las jubilaciones, comenzando con los cinco mil pesos por extras por dos meses, el aumento de las AUH, así como el aumento al impuesto a la riqueza van en esa línea. Desconcentra la economía que el macrismo concentró.
La intención es empoderar los bolsillos de los trabajadores, mediante la suba de ingresos, directos o indirectos (por ejemplo, si un jubilado gana más posiblemente lo gaste en el comercio local) sino que también mediante el freno o el abaratamiento de los servicios que consumimos. En otras palabras, en lugar de esperar el derrame neoliberal que nunca llegó, ni llegará, la lógica es potenciar los bolsillos populares para que desde ahí aumente el consumo y por ende la producción y el empleo. Volvemos de neoliberalismo al keynesianismo.
Desde luego cabe ver cómo se enfrentará el nuevo gobierno con la devaluación, o como nos gusta decir “la disparada del dólar”, que en términos locales implica que al trabajador o jubilado le entra mucho menos ingreso en dicha moneda, pero que al ir a la góndola del supermercado debe enfrentar los precios en moneda estadounidense (desde luego traducida a la local). El descalabro que dejó la gestión de Cambiemos en este plano es muy grande, más una deuda externa agigantada; con los préstamos una fuga que, según la denuncia penal de Jonatan Baldiviezo y Claudio Lozano a la cúpula económica del reciente gobierno de Mauricio Macri, superaría los 83.000.000.000 de dólares; una mayor indigencia y familias por debajo de la línea de pobreza; un pueblo en general empobrecido salvo que hayan podido ajustarse y adaptarse a las reglas excluyentes para unos pocos. Veremos cómo hoy se renegocia la deuda, es de esperar que se logre tanto postergando vencimientos como quitando intereses.
En beneficio de la gestión que acaba de irse cabe resaltar obras públicas, algunas de envergadura. En esta ciudad podemos mencionar las obras en contra de las inundaciones, que por más que sea risueño el “no se inunda más”, por no ser aún real, el agua subiría más si no se hubiesen realizado. Así mismo debemos reconocer que se pudo concretar, gracias también al gobierno porteño con el mismo sello político de Cambiemos, el Parque de la Estación y el Parque de los Vecinos de la Manzana 66. En Caballito están esperando una solución similar para tierras del mismo ramal del ferrocarril Sarmiento, esperemos que ahí también logren oír la voz vecinal.
Lo mejor de todo esto, es que en un clima continental de tanto descontrol, revuelta, derechización y golpes de estado es que este país mantiene intacta la democracia. Esperemos que logremos mantener este diciembre en paz, como viene sucediendo desde hace unos cuantos años y que podamos pasar las fiestas armoniosamente. ¡Y que el 2020 nos encuentre más unidos y felices!

Rafael Sabini
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