En estos tiempos de tanto cambio hay cada vez más gente que opta por cultivar su propio alimento. El valor de las cosas viene manejando otras proporciones, no las que conocíamos, y notamos aumentos de precios que afectan más a objetos y servicios de las cuales nos cuesta más prescindir por estar más abajo en la Pirámide de Maslow, como son los alquileres y las cocheras, así como los alimentos, fundamentales para nuestra supervivencia (a no ser que vivamos exclusivamente del prana).
Enfocándonos en los últimos, y teniendo en cuenta no solamente el factor económico sino también lo importante que es comer sanamente, es que vamos a mencionar una movida cada vez más amplia que se está popularizando por todos los sectores sociales en todo el mundo.
Como todos sabemos una buena alimentación incluye una dieta alta en frutas y verduras; mientras la agroindustria está utilizando estrategias para sus plantaciones que no siempre son tan saludables. Por lo que producir nosotros mismos nuestros alimentos sería una solución doble: sabemos qué contiene –incluso podríamos optar por lo orgánico– y nos costará menos. Somos conscientes de que en la ciudad hay poco espacio cultivable, sin embargo, si uno tiene un jardín, un patio, un balcón o hasta una ventana, ya puede comenzar a cultivar parte de su propio alimento.
Mirando el Canal 7 de Salta en el programa de Raúl Belmont donde entrevista al ingeniero agrónomo Fabián Cabrera Kohl –en una emisión titulada “Nutrición y supervivencia en tiempos de crisis”– nos cuenta que se puede plantar en botellones o botellas pet, también, si se quiere, de modo vertical, o en cajones. Recomienda para otoño-invierno plantar hortalizas de hoja como rúcula, espinaca, lechuga morada, puerro, arvejas, habas, etcétera. Propone los brotes también que son opciones sanas, muy nutritivas, crecen relativamente rápido (una semana) y que además son fáciles de germinar.
También en los parques y plazas de la ciudad el gobierno porteño da clases y talleres para quien esté interesado en este tipo de cultivos a escala familiar. Recuerdo haber asistido a alguno en el Parque Centenario.
Por otro lado hay una serie de desarrollos hidropónicos -cultivo a base de agua, sin tierra, para lo que se suele usar tubos (solo sería interesante examinar el origen de los nutrientes que se le agregan al agua)- que se puede realizar en una urbe como la nuestra, que son muy interesantes.
En definitiva, a lo que pretendemos llegar con estas líneas es que nuestro concepto de trabajo es igual a dinero (que nos da acceso a tantas cosas) podría ser una trampa mental. Lo sabemos quienes hace un par de décadas (2001) logramos acceder a ciertas cuestiones “prohibitivas” (salir a comer, por ejemplo) gracias a trueques de diferentes tipos. En momentos difíciles es bueno reflotar la creatividad y tranquilamente podremos ayudar a nuestra economía con algo doblemente saludable: desde lo comestible, así como desde el contacto directo canalizando las fuerzas creadoras de nuestro universo.
Los dejamos con este desafío para pasar el invierno con la esperanza de que cada vez seamos más los que volvemos a vibrar con la vida y el verde que tanto necesitamos. ¡Hasta la próxima!

Rafael Sabini

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