La pasión se comparte. Así lo viven en el Centro Numismático Buenos Aires (CNBA), donde cientos de coleccionistas de billetes y monedas se reúnen a charlar sobre historia, diseño y todo cuánto inspire el trabajoso arte de poner en orden los objetos que rigen la economía del mundo.

El CNBA es una organización civil y cultural sin fines de lucro. Sus integrantes se juntan los jueves a las 18.30, también los días que hay talleres, charlas y capacitaciones especiales. Tienen un laboratorio propio para estudiar cada pieza, vitrinas, una biblioteca de dos pisos y estanterías llenas de libros y revistas, editadas por el Centro.
Puertas adentro, San Juan 2630 es un museo, una joya de la arquitectura, un lugar de encuentro. Al entrar se sube por una escalera hasta el primer piso, donde está la secretaría y las demás salas. Hay placas fechadas en 1989 que celebran la adquisición de la sede, ya que al comienzo se reunían en casas particulares y llegaron a tener una oficina en el mítico Palacio Barolo. Una sala principal tiene una vitrina con cientos de monedas catalogadas. Arriba hay balanzas y distinciones de entidades colegas. Al lado hay una mesa vidriada con publicaciones que integran la biblioteca del Centro.
El actual presidente del CNBA, Facundo Vaisman, define a la numismática como “la ciencia que estudia los medios de pago: monedas, billetes; también fichas, vales y medallas”. Luego agrega que es una forma de adquirir saberes de historia, geografía, técnica, arte, economía, seguridad. En el aspecto social y humano, destaca que, pese a la enorme cantidad de información en internet, el Centro es un espacio para compartir esta pasión: “No hay barrera etaria. Vienen chicos de 20 años y grandes de setenta y pico. Todos se sientan a charlar. Se comparten vivencias. Es la calidez del cara a cara”.
Andrés D’Annunzio es tesorero y expresidente del CNBA. Asegura: “Acá encontrás una familia. Eso no lo tenés en una colección privada. Tenés relaciones personales. Te nutrís de los saberes del otro, pero también se desarrollan lazos”.
Miguel Morucci, vocal y expresidente del CNBA, ingresó en 1982. Se enteró de su existencia cuando compró monedas en el local que un exsocio del Centro atendía en el microcentro porteño. Sin embargo, su colección había iniciado antes: “El verdadero comienzo en la numismática está cuando algún familiar te da una o varias moneditas. Es el anzuelo inicial para morder”.
Su caso está ligado a la historia misma de la Ciudad de Buenos Aires: “Mi abuelo materno era inmigrante del sur de Italia. Se dedicaba a las verduras. Trabajaba en el Mercado de Abasto Proveedor. En el fondo de su casa plantaba verdura y tenía árboles frutales. Una vuelta quiso arrancar radichetas y se encontró un montón de monedas de cobre. Me las regaló. Ese fue el anzuelo, ligado a algo afectivo de la familia. Con el tiempo me enteré que la casa de mi abuelo, donde yo nací, estaba en una de las esquinas de la antigua estancia San Benito de Palermo, que perteneció a Juan Manuel de Rosas”.
Fernando Perticone, secretario del CNBA, dice que “comprar monedas en la Feria de San Telmo, el Parque Rivadavia o el Parque Centenario es el semillero”. “Uno empieza juntado piezas en forma aleatoria. Te volvés coleccionista cuando adquirís un catálogo y encontrás un sentido a la colección”.

El Centro tiene una habitación donde se estudian las monedas en forma detallada. Hay microscopios, herramientas digitales de medida. “Es la forma exhaustiva de apreciarlas y así evitar falsificaciones”, cuenta Andrés D’Annunzio. Aclara que coleccionar piezas falsas es un modo de coleccionismo que siguen muchas personas.
La biblioteca del Centro tiene dos pisos. En el primero los muros lucen diplomas y certificaciones de capacitaciones referidas a la numismática. También hay algunas tapas de la revista Caras y Caretas. Una foto en lo alto del socio Villamayor hace recordar su trabajo. “Fue uno de los que más hizo por la biblioteca. Él tenía todos los libros en la cabeza. Tras su muerte tuvimos que catalogar todo nosotros”, cuentan.
El segundo piso atesora todas las publicaciones del CNBA y de entidades colegas, nacionales y del exterior. La pulcritud y el orden son ley, pese al exorbitante nivel de ejemplares.
En cuanto a la divulgación, el CNBA cuenta con un museo virtual en su página oficial. “El Museo virtual y permanente del Centro Numismático Buenos Aires es un espacio en constante actualización donde encontrará las distintas colecciones organizadas por temas, pudiendo de este modo el visitante, recorrer la historia numismática argentina”, explican sus hacedores.
“Nuestro objetivo es de este modo colaborar con investigadores, historiadores, numismáticos y coleccionistas, preservando y mostrando el pasado para dejar un legado en este espacio a las futuras generaciones donde no sólo se reflejen los avatares de nuestra historia monetaria sino también el largo camino de la medallística nacional. Cabe destacar el invalorable apoyo de los señores socios que aportando imágenes digitalizadas de su material hacen posible que esta exposición virtual permanente pueda estar al alcance de todos”, añaden.
Para concluir, en el CNBA dejan la puerta abierta para curiosos y coleccionistas: “Se vive una experiencia de compartir conocimientos, pero también una experiencia humana. Hay un sentido de pertenencia tal que cuando la sede lo demanda nos ponemos el overol y estamos tardes enteras refaccionándola”.

J.M.C.

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