Si somos conscientes de que podemos ser hacedores de nuestra propia realidad también podemos llegar a entender que si no nos hacemos cargo nosotros de nuestro destino, éste irá por donde sopla el viento. Si seguimos esa idea podemos también entender que hay otros que no solamente están proyectando su propia vida, sino que además, atribuyéndose un poder que el dinero no da, proyectan la tuya también. Ellos están preocupados envenenándonos para vendernos luego sus alimentos y remedios con los que nos envenenan aún más. No les importa tu salud, les importa controlarlo todo y les encantan los pasaportes sanitarios y chips debajo de la piel del ganado humano.
Sin embargo, ellos no tienen el poder de tu vida. El poder de tu vida, por más miserable y dura que sea, lo tenés vos. Pero para eso hay que liberarse.
Un primer paso de liberación personal es no culpar al otro, sino buscar entender porqué nos suceden las cosas que nos pasan.
Otro paso será no seguir ciegamente a nadie: uno debe tomar sus propias decisiones; y hacerse cargo de las consecuencias. La obediencia de vida fue. Todos tenemos obligación de hacernos cargo. A uno le podrá caer bien un famoso o un político, pero no son nuestros dioses. La decisión de nuestra propia vida es nuestra, no todo lo que haga tu ídolo será siempre excepcional. Si hay un dios materializado en tu vida sos vos.
Uno tiene derecho a equivocarse y en consecuencia pedir disculpas. Conviene aprender a perdonar y perdonarse. Lo que haga el otro será cuestión de él o ella.
Uno lleva las riendas de su propia salud, no hay médico que nos pueda reemplazar. Solo ayudar y guiar, pero la responsabilidad es propia. Nos conviene investigar y averiguar sobre los alimentos y los medicamentos. Tened en cuenta que también existe el alimento intelectual, no te alimentos con basura. Como regla general le aseguro que cuanto más natural es, más sano. La naturaleza suele presentar soluciones para los distintos problemas.
Seamos conscientes de que esta vida, en este plano, con este cuerpo, es pasajera. Por eso hay que aprender a soltar, a disfrutar el momento y buscar ser la mejor versión de uno mismo. Muchos caminos espirituales sostienen que renacemos, eso da explicaciones a muchas cosas, tanto por lo que nos fue dado para ésta como para basarnos en hacer lo mejor posible en ésta para que en la próxima la cosa venga con mejores barajas. Y uno no está sólo, vamos rodeados de almas, familia, amistades, el límite entre los seres es bastante relativo. Es más, la humanidad podría ser vista como un solo ser si quisiéramos, o la Madre Tierra con toda la vida que aloja.
Dejar de dejarse llevar por el viento azarosamente (que como decíamos más arriba tiene gran influencia ajena) e izar velas propias para definir uno mismo su rumbo exige que seamos una mejor versión día a día de nosotros mismos. Acá se me vienen los cuatro acuerdos toltecas de Miguel Ruiz: sé impecable con tus palabras; no te tomes nada personal, no hagas suposiciones, y haz siempre tu máximo esfuerzo. Pero honestamente, cada uno podrá buscar cómo ir analizándose y mejorando su esencia. La idea es ir quemando los aspectos negativos e ir acrecentando los positivos. Podríamos decir que esos aspectos positivos son como pequeñas llamitas –se me viene la idea del cuento de Eduardo Galeano– y la intención es que cada uno vaya formando un fueguito cada vez más poderoso, que no solo nos mantenga con luz y calentitos a nosotros mismos, sino que también ayude a calentar y alumbrar a otros.
Por tu bien, por el bien de la humanidad y de todos tus seres queridos, es hora de que alimentes tu fueguito, levantes tus velas y vayas por tu destino.

Rafael Sabini
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En tapa: mural de Ludmila Ohanessian Rau en Castillo y Valentín Gómez.

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