El documental “¿Qué es una mujer?” -de Justin Folk, protagonizado por Matt Walsh– muestra como la ideología de género imperante no permite el pensamiento sobre la verdad argumentando que hay muchas verdades subjetivas… Walsh se mete a entrevistar profesionales de universidades, psicólogas y otros profesionales de la salud y ninguno de sus defensores logra explicar qué es una mujer.

El film se puede buscar y ver por las redes. Vale la pena. “What is a woman?”  se estrenó en junio pasado, en los Estados Unidos, en la web de noticias Daily Wire, creada en 2015 por el comentarista político Ben Shapiro y el director de cine Jeremy Boreing.

 

La coherencia

En la serie de entrevistas realizadas por distintos puntos de Estados Unidos y un punto de África hay un par de voces coherentes, como un grupo de una tribu africana de Nairobi que explicar desconocer estas rarezas, que “una mujer tiene vagina y senos” y es “quien puede engendrar hijos”. También explican que en su tribu cumplen un rol diferente al del hombre. También hay una psiquiatra, Miriam Grossman, que explica que cuando un hombre biológicamente hablando piensa que es mujer hay disforia de género y lo mismo para la mujer que piensa que es un hombre. La verdad es que negar el binarismo es negar la propia naturaleza que posibilita la reproducción.

“El sexo ha sido binario por millones de años”, dice, por ejemplo, el profesor canadiense Jordan Peterson, psicólogo clínico, descalificado como transfóbico y tildaron de fanático e intolerante por lo que fue expulsado de la universidad de Cambridge por no plegarse al pensamiento único.

 

Cambios bruscos y definitivos sin mucho análisis

Militantes de la ideología de género lograron imponer en varios lugares que las “transiciones” –léase operaciones y hormonizaciones- se hagan con la sola expresión de la voluntad de la persona, muchas veces un infante, sin ningún período de evaluación y pese a que las estadísticas de personas que realmente cruzan disforia de género son mucho menores a las actuales, que como llega a la conclusión Walsh: “El aumento de la identificación transgénero no se debe a la disforia de género”, sino a un “contagio social” y a una “moda”.

Michelle Forcier, una pediatra especialista en “transiciones” le llega a explicar a Walsh que “Decirle a una familia, basándose en ese pequeño pene, que su criatura es absolutamente ciento por ciento varón, sin importar qué más pueda ocurrir en su vida, no es correcto”.

Walsh le dice a esa misma pediatra, que Lupron, la droga que bloquea la pubertad, es la misma que se usa para la castración química de violadores y ella se ofende: “Cuando usas ese lenguaje estás siendo maligno y dañino”.

Varios de los políticos y profesionales entrevistados por Walsh pasan incomodidad cuando él sencillamente les pide que definan qué es una mujer.  Patrick Grzanka, profesor asociado de la Universidad de Tennessee, no logra profundizar el que una mujer es “una persona que se identifica como mujer”. Luego, enojado, le cuestiona al Walsh el porqué de esa pregunta… Se molesta especialmente cuando Walsh le dice que busca la verdad a lo que contesta: “Esa es una palabra incómoda, transfóbica…”. Repetimos, para el profesor Grzanka la verdad es incómoda y transfóbica.

Otro momento desconcertante es cuando Gert Comfrey, psicoterapeuta mujer, le dice que no puede definir qué es una mujer porque ella no lo es (sic).

 

Una mirada desde adentro

El documental muestra también la injusticia de hombres trans en competencias deportivas que ganan a mujeres. Y tal vez más grave aún, muestra el sufrimiento y acortamiento de vida que sufren los seres que -muchas veces desde niños- son inducidos por ciertos profesionales para que cambien de género. Hay un hombre trans, Scott Newgent, que muestra sus infortunios y el costo en su salud, desmientiendo que la hormonización sea inocua y reversible. Explica que el sexo es biológico e incambiable, aun realizando una transición: “Soy una mujer biológica. Nunca seré un hombre”.

Debbie Hayton, es una periodista y docente británica trans, que cuestiona la ideología de género y sostiene que el documental crea conciencia sobre una realidad y comparte la preocupación del autor del documental sobre la multiplicación de intervenciones en niños para formarlos transgénero.

Walsh entrevista a Marci Bowers, mujer trans, cirujana que lleva practicadas unas dos mil vaginoplastias, operaciones de transición. Al respecto, Hayton explica sin tapujos: “Seamos claros en lo que esto significa. A un niño demasiado joven para tener un tatuaje se le extirpan los testículos y se le filetea el pene”.

 

¿Por qué es tan difícil contestar esa pregunta?

Claramente el discurso hegemónico descalifica como transfóbico a cualquiera que se atreva a cuestionar algo de este dogma reinante donde hay “mujeres con vagina y mujeres con pene, hombres con pene y hombres con vagina”. Por lo que para definir lo que antes era una mujer se cae en eufemismos definiéndolas como personas menstruantes o personas con vagina o con útero. Ya no es válido llamar mujer a una mujer.

Quien se atreva a cuestionar los del discurso dominante pasa ser racista, homófobico, transfóbico, sexista, machista, etcétera. Queda claro que el único ganador con todo este discurso que dice defender la pluralidad sexual y de género es la industria farmacéutica que mientras destroza vidas factura millonadas.

 

Irrealidad

Walsh presenta el caso de un padre, Robert Hoogland, condenado a seis meses de prisión en Canadá por oponerse a la hormonización de su hija para cambiar de sexo. “Se considera violencia criminal usar el pronombre equivocado”, dice Hoogland que fue condenado por negarse a llamar “hijo” a su hija.

 

El origen de esta idea

El documental busca el origen histórico en el que se basa la ideología de género y presenta a Alfred Kinsey y sus estudios sobre la conducta sexual y la sexualidad infantil. Opinaba que la felicidad venía de la perversión sexual y estudió muchos delincuentes sexuales y sexualidad en niños. Y John Money y su teoría de que el niño nace con un género neutro y su experimento en dos mellizos con sus trágicos resultados.

 

Plantarse por la verdad

Cerremos este documental con una afirmación del propio Matt Walsh: “Creo que la ideología de género puede ser vencida porque no resiste ningún tipo de escrutinio. Lo único que hace falta es que tengamos un poco de audacia, que la miremos a la cara y hagamos algunas preguntas básicas”.

Link al documental

R.S.

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