A metros de la Plaza Almagro se ubican los Talleres Malvina, un espacio compartido donde creadores desarrollan sus oficios y también planifican acciones conjuntas.
Esta propuesta está a cargo de la joven pintora Florencia Fernández. En diálogo con este medio contó que el inmueble donde funcionan los talleres es un departamento que con anterioridad había pertenecido a su abuela Malvina, una vecina de toda la vida. “Cuando la casa estuvo vacía, me pareció una buena idea compartir el espacio con otros artistas”.
De este modo, en el presente Florencia tiene en una de las habitaciones su atelier con bastidores y cuadros en proceso. También el productor musical Daniel H. Pereira montó su estudio en otro cuarto con consolas, instrumentos y acústica; comparten habitación el proyecto Amparo Joyería Textil inspirada en los Pueblos Originarios y Magdalena Mazlemian que trabaja en su emprendimiento Enmarcaloquesea (enmarcado). Así también lo hace el diseñador gráfico y DJ Devizco quien lleva adelante sus jornadas diarias.
“Más allá de venir, trabajar y hacer nuestro oficio, la idea es hacer un proyecto común”, dice Magdalena. “Es super nutritivo, hay muchos puntos de encuentro más allá de lo que haga cada uno”, define Devizco. “Conseguimos un lenguaje entre los que estamos, es especial”, suma Daniel.
Es por esto que los artistas de Malvina, además de llevar adelante sus labores diarias, también acuerdan en conjunto jornadas especiales en la sala principal del departamento como ferias, sesiones de pintura y dibujo con modelo vivo, entre otras.
De hecho, el sábado 10 y domingo 11 de septiembre de 17 a 21 hs se iba a celebrar la quinta edición de Distrito de Arte Once, un evento donde unos 16 espacios de arte de la zona iban a abrir sus puertas al público con actividades especiales. Florencia es parte de la organización del mismo.
Por otra parte, la llegada a Malvina está ligada a la búsqueda de un espacio propio para poder trabajar, luego de otras experiencias en talleres o en sus propias casas. En algunos casos fue amistad mediante o por el boca en boca de artistas y creadores.
“Hace más de cinco años que viene a Argentina desde Estado Guárico, Venezuela. En ese tiempo tuve mi estudio en las casas donde viví o también en lo de un amigo. Esto es una apuesta por mi trabajo y me gusta”, dice Daniel, quien asegura no tener un género predilectico, sino estar marcado por su trabajo para películas y videojuegos, además de llevar adelante un sello independiente, por eso la importancia de tener un sitio propio y estable.
De modo similar, Magdalena cuenta que, tras estudiar artes visuales, empezó a enmarcar sus propios dibujos, primero como autodidacta y luego con profesores. Cuando pasó de un hobbie a un emprendimiento, buscó un sitio donde poner sus herramientas y poder trabajar de forma cómoda.
“Ella y yo tenemos la sala de máquinas en Malvina”, bromea Amparo, quien también hizo su búsqueda motivada por la necesidad de tener un sitio fijo y no tener que trasladar herramientas pesadas y complejas.
Por su parte, Devizco, también nacido en Venezuela, recuerda: “Caí acá para trabajar las distintas disciplinas que abarco como DJ y diseñador gráfico y también vivir la experiencia de interactuar con otros creadores”. Por caso, ha pasado música en vivo durante jornadas de feria o modelo vivo.
“No fue una búsqueda concreta lo que dio origen a Malvina, pero es interesante estar haciendo cosas distintas y que te podés acercar y vincular”, concluye Florencia, impulsora de este espacio de creación colectiva en Almagro.

J.M.C.

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