“Lo viejo funciona” dice Favali en el Eternauta –historieta de Oesterheld / Solano López– que volvió a adquirir popularidad mediante al serie argentina en Netflix cuyo creador es Bruno Stagnaro. En un contexto donde la inteligencia artificial viene ganando terreno por donde se lo mire mientras la Internet se rige por algoritmos de computadora esa frase tiene un sentido muy profundo.
¿Quién no ha sentido que antes tenía capacidades que hoy ya no utiliza? Como, por ejemplo, recordar de memoria números de teléfonos. O hacer cálculos mentales. ¿O acaso quien no utiliza el GPS para orientarse? Al punto que el otro día un joven me dijo: “Si no está en Google Map para mí no existe”. En mi caso he bajado muchísimo la cantidad de lectura en papel con respecto de hace un par de décadas. Y hoy mucha gente utiliza lectura en voz alta e IA para que le escriba.
Esto sin meternos en capacidades latentes del ser humano como teletransportación o telepatía. Alguno puede haber llegado a experimentar alguna vez como pensar en alguien y que ese alguien nos llame o pensar en lo mismo que tu pareja, o amigo, e incluso hasta decir algo de modo simultáneo. Algunos pueden incluso haber logrado la capacidad de observar un lugar sin estar ahí y poder luego dar fe de eso. Son capacidades latentes que muchas veces se podrían llegar a desarrollar con prácticas.
Sin embargo, la realidad es que venimos perdiendo la pulseada ante la tecnología. Mi padre es una persona culta, con muchos saberes en su mente y antes, cuando no sabía de algo le consultaba, incluso fomentado por mi madre: “preguntale a tu papá que seguro lo sabe”. Y muchísimas veces me lo aclaraba. Hoy le consulto a “papá” Google que gracias a su IA me contesta, sin siquiera necesitar ir a la fuente. Y casi siempre -ojo, no siempre- le acierta. Dado que cualquiera puede subir información a la web, sin editoriales u otras entidades de control, la cantidad de pifies puede llegar a ser bastante grande. Siendo la IA tan nueva también vemos muchas cosas raras, imágenes técnicas del ser humano con errores importantes por no decir biomecánicamente imposibles. Pero la IA está en pañales, cuanto más se nutra, seguramente andará mejor. Para bien y para mal. Nos costará aún más distinguir la ficción (como las fake news) de la realidad fotografiada o filmada. Claro que también nos permitirá hacer películas con muy bajos presupuestos para nuestros bolsillos.
No así para el planeta, porque ¿sabías que el cerebro humano es extraordinariamente eficiente? Dicen que consume alrededor de 20 vatios en un día. En cambio la IA, consume mucha energía, ¡la de Google hasta 325 teravatios en una hora! Además de que necesita mucha agua para enfriar los sistemas. Generar apenas un texto de 100 palabras en ChatGPT consume, en promedio, según el National Geographic, unos 519 mililitros de agua. ¡Imaginen el impacto ambiental de todo esto!
En síntesis, no creemos que sea inteligente ir en contra del “progreso”, las herramientas están para usarse, pero sí opinamos que es inteligente ser cautelosos y tomarlo con el cuidado necesario. También sería recomendable utilizarlo con cautela porque tiene un costo ecológico que vamos a terminar pagando todos. Mientras sigamos mejorando nuestras capacidades humanas, ésas que nos hacen únicos. Somos seres pensantes y sintientes –sentipensantes– con un potencial divino que ninguna computadora tendrá jamás.
Rafael Sabini