Que los hay, los hay. Quien no pudo verlos hasta ahora, sabe de su existencia por medio de los vecinos, de los testigos que advirtieron de su presencia: ellos están entre nosotros en el día a día.
Se trata de los fantasmas, los espíritus, los aparecidos. Como quiera uno decirles a esas energías que, de una u otra forma, aun pueblan este plano. Sus manifestaciones, a veces delicadas y otras contundentes, están ligadas a un territorio, una historia, un por qué.
Así supimos, de boca de sus vecinos, sobre una serie de apariciones en un inmueble de la calle Mario Bravo (casi Guardia Vieja). Los que trabajan en los alrededores dicen: no hay que dejarse engañar, al otro lado de esa fachada blanca y reluciente algo ocurre, algo ocurrió.
Hoy el lugar está cerrado, aunque recibe mantenimiento periódico. Tocar timbre es en vano. De boca de los vecinos y trabajadores de la zona uno se entera que el lugar no es un edificio de viviendas, que antaño alojó una sede sindical y también un centro de salud.
“Había quirófanos y todo”, dicen. Dicen que pasó, dicen que ahí está el entuerto, el por qué. Algunos hablan de prácticas que no salieron del todo bien, de interrupciones que trajeron consecuencias en este u otro plano, que ahí se cerraron ciclos y que iniciaron tantos otros.
Las apariciones, sutiles y no tanto, están allí, para quien quiera creer, para quien quiera asomar a esas energías fuera de los quehaceres cotidianos. Por allí hubo historias, que se multiplicaron, más allá del tiempo, más allá del entendimiento.

J.M.C.

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