Hace unos días salió inesperadamente a hablar en público la actual vicepresidente de la Nación, Cristina Fernández, quien pidió que “que se vacunen, qué hay vacunas y que es la única manera de ser felices cuando estemos todos vacunados”. Culpó al macrismo que, dice, lleva a que la gente no de vacune. Sin embargo, no veo figuras fuertes del macrismo cuestionando las vacunas. Sí cuestionaron la supuesta “vacunación vip” lo que demuestra que también creen en que la vacunación podría ser la solución contra el flagelo de este coronavirus.

Hagamos memoria, cuando comenzaron a vacunar hubo mucha gente reacia a inocularse algo experimental a tal punto que el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof planificó una campaña con 60 “personalidades”, incluyendo a Beatriz Sarlo. La jugada dio un giro “inesperado” (¿?) gracias al periodista Horacio Verbitsky que denunció a su “amigo” el exministro de Salud, Ginés González García, por permitirle saltearse la cola para vacunarse, lo cual, sumado a la “denuncia” de la intelectual del establishment -Sarlo- que en misma línea planteó el tema de la vacunación “bajo la mesa” (que luego dijo había sido una frase desacertada), dio como resultado que muchos dudosos terminaran buscando vacunarse. En otras palabras, el objetivo solidario del gobierno de la Nación que nos quiere vacunar a “todos y todas”.
Mientras diputados y senadores aprobaron leyes que cuidan a los laboratorios ante estas terapias experimentales genéticas, lo que demuestra que ambos partidos dominantes apoyan este camino de vacunación masiva.

Sin embargo, por lo bajo hay un discurso contrahegemónico, tildado por el dominante como de ¨terraplanistas¨ y/o ¨conspiranoicos¨ más una larga serie de otros adjetivos descalificadores. Me refiero a voces críticas hacia como se viene encarando el riesgo del coronavirus, que a decir verdad no están todas totalmente alineadas. Sin embargo, son voces censuradas a las que se las puede agredir sin problema. Un claro caso fue el de uno de los líderes de Médicos por la Verdad, Mariano Arriaga, quien fue detenido y tratado de muy mala manera mientras a su vez se lo imputó por “instigación a cometer delitos”. Dicha agrupación, así como Epidemiólogos Argentinos -y otras agrupaciones similares a nivel internacional, como la Comusav en nuestra América- vienen pidiendo poder discutir ciencia públicamente y no se les permite. En respuesta solamente se los denigra mediante las voces únicas de los multimedios, con muy escasas excepciones, mediante trolls agresivos a los que se suman fanáticos en redes sociales. Además se les censura los contenidos en ciertas redes sociales y si por una de esas esas voces se replicaran se las reprime como ya demostraron, disciplinando y deteniendo.
Por solo mostrar el ejemplo de esa marcha en Rosario cuando detuvieron a Arriaga, se viralizó una supuesta periodista que perseguía filmando a uno de los manifestantes que finalmente se enojó y llegó a gritar algo como que a su madre vacunada se le imantaban los cubiertos. En su pasado dicen que había simpatizado con neonazis, lo que por extensión hizo quedar a todos los reprimidos ese día como de ultraderecha. Seres depreciables que ni merecen ser oídos: Imagínese lector si le daríamos importancia a alguien que defiende un genocidio como el nazi con sus campos de concentración y exterminio. Así que tampoco se escuchó la voz de Arriaga a quien los medios masivos en seguida buscaron algo dudoso de su pasado con intención de desprestigiarlo. Esa estrategia metodológica del poder se viene repitiendo en otros países, donde las instituciones y los medios masivos marcan la cancha. Es el uso del lawfare ante una disidencia posible. Así como se han bajado presidentes en este continente y agredido a otros con ayuda de la llamada justicia y los medios masivos, del mismo modo contra cualquiera que sobresalga un poco con un discurso que no le cuaja al poder. Y me refiero al poder detrás del poder, ese que mencionó Cristina ante Novaresio luego de su presidencia.

Así que la Argentina no es el único país en esta situación, gran parte del mundo, por no decir todo, se encuentra sumergido en una situación similar. Por eso en Alemania anuncian (La Prensa, 6-6-2021) que se está proyectando un juicio internacional -que comienza los primeros días de julio- a tres entidades “responsables de la plandemia” -la OMS (cuyo principal aporte ya no proviene de un país sino que de fundaciones relacionadas a la big pharma), el Foro de Davos (Foro Económico Mundial) y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC, por sus siglas en inglés)- bajo el liderazgo del Dr. alemán Reiner Fuellmich y un gran equipo “con más de 1.000 abogados y más de 10.000 expertos médicos”. Cuestionan las medidas de control, las vacunas y los PCR porque sostienen que en la cantidad de “ciclos” que se examinan saltan “demasiados falsos positivos y que es en definitiva con lo que hoy justifican los encierros”. Respecto de las inyecciones el estudio de Fuellmich está juntando casos de efectos adversos por estas vacunas, que si bien en la Argentina sabemos de más de tres mil casos, él dice haber juntado entre Europa y Estados Unidos cientos de miles de casos.
También acá: en este momento hay un abogado, el Dr. Jorge Luis Vitale, quien está llevando a cabo una denuncia porque sostiene que en la comparación de los números de muertos año tras año no hubo una real suba comparativa.

En este oficio, los que lo tomamos con seriedad, estamos acostumbrados a cuestionar las cosas y a escuchar las distintas campanas. Cuando una se prohíbe remite automáticamente a épocas oscuras. Estoy convencido de que el gobierno Nacional e incluso el de la Ciudad quieren lo mejor para la población, por lo que uno se pregunta entonces: ¿Porqué no aceptar debates públicos y demostrar con argumentos sólidos que el camino elegido es el correcto? ¿Porqué se denigran alternativas médicas muy argumentadas?
Según datos públicos nacionales hay más de 125.000 personas vacunadas en el país contra el Covid-19 que se contagiaron y 3.141 que murieron (el propio gobierno sostiene que se han enfermado 0,2% de los vacunados y, el 3 de abril, muerto el 0,0005% de las personas que recibieron una dosis fallecieron, mientras otras estadísticas –que mencionan Infobae y Clarín– mencionan que han fallecido el 0,04% del total de inoculados al 8 de mayo). Hoy dicen varios medios que hay muchos familiares pidiendo autopsia para saber realmente porqué murieron sus seres queridos.
En mi opinión es muy loable probar una nueva terapia, pero debemos ser conscientes de que estamos ante una vacunación masiva de una terapia genética experimental. Y que ya para las vacunas comunes, de anticuerpos atenuados, se hablaba de años de preparación…
En definitiva, sería interesante, en sintonía con una democracia, poder saciar las incertidumbres y dudas, además de poder cuestionar los modos de acción, mediante debates libres.

Ulises Karlson


Salud como negocio
Desde que la OMS declaró la pandemia por el Covid-19 la Superintendencia de Servicios de Salud de la Nación, con intención de apoyar ante este flagelo, le paga a las obras sociales y prepagas según tres niveles dependiendo cuan enfermo está el paciente que declaran infectado con Covid-19. Cobrando así desde principios del 2020 (tal vez con la inflación hoy sea más) desde $ 10.000 por día (con un máximo de siete días); 20 mil por hasta 14 días y $ 23.640.- por día (hasta 14 también) cuando la cuestión está más complicada (fuente: Argentina.gob.ar).
Citamos diario La Nación, del 28 de octubre de 2020: ¨Según los últimos datos disponibles en la web de la Dirección de Estadísticas e Información de Salud (Deis), que corresponden al 2018, ese año en la Argentina murieron 336.823 personas. De ese total, 314.952 tenían una “causa bien definida”. El 28,7% de las muertes fueron por “enfermedades del corazón y cerebrovasculares”, el 19,4% por “tumores malignos” y el 10,1% por “neumonía e influenza”. Este año, según datos difundidos por el Ministerio de Salud de la Nación, el virus de la influenza prácticamente no circuló y más del 98% de las personas que contrajeron algún virus respiratorio en el país contrajeron SARS-CoV-2¨.
Entonces, el promedio de los años anteriores que lamentablemente fallecían en un año por influenza, gripe y neumonía eran unos 34 mil. Son enfermedades por las que las prepagas ni obras sociales reciben subsidios. Ahora, durante estos 15 meses, milagrosamente no hubo muertos por dichas enfermedades… pero sí muchos de Covid-19. ¿Será qué a más de uno le resulta lucrativa esta peste?


Viñetas El Roto 

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