1) No espere que el mundo se adapte a usted. Mírese en el espejo y cambie lo que le disgusta en su propia persona. No se empeñe en cambiar a los demás.
2) Busque en sus semejantes ayuda, consejo, ideas y fuerza. No sea demasiado orgulloso para pedir ayuda. Agradezca los favores que le brindan.
3) Mejore su capacidad de juicio y no sea impulsivo. Contemple a las personas y las cosas con objetividad y comprensión antes de formarse una opinión sobre ellas.
4) Evite la terquedad y los prejuicios. No trate de imponer a otros sus opiniones intransigentes y reaccionarias sobre la religión, la política, la alimentación o la medicina. Resista la tentación de aferrarse a su opinión, una vez expresada.
5) Sea tolerante y comprensivo.
6) Evite que todo lo que pueda dar lugar a disputas. Preste atención a la luz roja que le indica que es mejor no llevar adelante la conversación.
7) Puede usted hablar sobre cosas, pero no sobre personas. A fin de evitar en la conversación los escollos de la maledicencia, limítese a hablar en lo posible de cosas y deje de lado las personas.
8) No hiera a otras personas con observaciones y comparaciones despectivas.
9) Respete los sentimientos de los demás. Eduque su instinto para conocer lo que les gusta y lo que les disgusta.
10) No exteriorice nunca su aburrimiento. Si el ambiente no es de agrado, busque un pretexto para despedirse cortésmente.

Graciela Godoy de Sadorin
Licenciada en Química (UBA), CONICET
Master Comunicación Científica, Médica y Ambiental UP-FARMA, Barcelona

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