Legisladores porteños del bloque Unión por la Patria presentaron un proyecto de Declaración en el cual expusieron su preocupación tras la demolición de la casa natal de Aníbal Troilo, en Cabrera y Anchorena, en Recoleta, dentro de la zona del Abasto, como había informado Revista El Abasto.
“La Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires expresa su preocupación ante la demolición de la que fue la casa que habitó el célebre compositor y músico, Aníbal Troilo sita en la calle José A. Cabrera 2937 del barrio de Recoleta”, señalaron.
“Aníbal Carmelo Troilo, conocido también como “Pichuco”, fue un importante compositor y músico argentino. Este bandoneonista que se ha sabido convertirse en uno de los máximos referentes para el tango y la música popular de nuestro país nació el 11 de julio de 1914 en una casa ubicada en calle José A. Cabrera 2937 de esta ciudad (Comuna 2). En el momento en el que recibió su primer bandoneón, a los 10 años de edad, Troilo comenzó un camino que rápidamente lo llevaría a dedicar su vida a la música. Desde aquél entonces, hasta el día de su fallecimiento, a los 60 años de edad, marcó la historia del tango como pocos”, fundamentaron.
“Días atrás, y de la noche a la mañana, la casa natal de nuestro artista fue demolida, privándonos de este modo de una parte de nuestra historia. Esta casa se encontraba declarada por esta Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires como sitio de interés cultural para la ciudad, mediante Resolución N° 602/2008. Lamentablemente este no es un caso aislado, las demoliciones descontroladas llevan a la ciudad a adoptar una estética genérica, los barrios poco a poco van perdiendo su identidad, su acento, eso que los distingue de otros barrios. Donde antes había casas de principio de siglo pasado hoy podemos ver edificios donde abundan las líneas rectas y escasean los detalles, edificios que, salvando las distancias, recuerdan a los monoblocks soviéticos”, agregaron.
“El patrimonio histórico y arquitectónico de Buenos Aires es un recurso invaluable que cumple diversas funciones para la ciudad y quienes la habitan. Más allá de su valor estético, los edificios históricos, monumentos y espacios públicos son guardianes de la memoria urbana, preservando y manteniendo vivo un pasado que une e identifica a los porteños. Estos elementos no solo reflejan la historia de la ciudad, sino que también contribuyen significativamente a la construcción y fortalecimiento de la identidad colectiva. Sirven como puentes intergeneracionales, permitiendo a las distintas generaciones recordar y aprender de dónde venimos y cómo llegamos a ser lo que somos. A su vez, el patrimonio histórico trasciende su función cultural para convertirse en un importante recurso económico, actuando como atractivo turístico y como una fuente de ingresos para la ciudad. El cuidado y protección del patrimonio cultural e histórico es clave para conservar la memoria y la identidad porteña. Es sumamente preocupante que el Gobierno de la Ciudad no se encargue de proteger aquellos aspectos que nos definen como porteños y nos distinguen en el mundo”, finalizaron.
J.C.