En un mundo interconectado, donde las realidades sociales y los desafíos cotidianos se entrelazan, es fácil perderse en la narrativa de que la salvación reside en manos de un solo líder o un grupo selecto de dirigentes políticos. Sin embargo, la verdad ha sido siempre otra: nadie se salva solo. Esta reflexión nos lleva a reconocer que las soluciones más efectivas a los problemas que aquejan a nuestras comunidades deben surgir desde las bases, desde la acción colectiva y comprometida de los ciudadanos en sus propias comunas.

Las comunas, como las que incluyen nuestros barrios Balvanera, Almagro o Abasto, son microcosmos donde se entrelazan las historias, las luchas y las esperanzas de un sinnúmero de personas. En ellas, las relaciones humanas se tejen a través de la solidaridad, la empatía y el deseo de mejorar la vida cotidiana. Es aquí donde la verdadera transformación comienza, en el compromiso de los individuos por articular sus esfuerzos y trabajar juntos hacia un objetivo común.
La idea de que un dirigente político sea la respuesta a todos nuestros problemas nos ha llevado a la desilusión. Los tiempos de dependencia en figuras carismáticas son obsoletos. Ya sea en Balvanera, donde la comunidad puede desarrollar iniciativas para embellecer sus espacios públicos y fomentar la cultura local; en Almagro, donde los vecinos pueden organizarse para ofrecer actividades recreativas, o en Abasto, donde la lucha por una vivienda digna sigue siendo un tema candente, cada barrio tiene sus desafíos y, sobre todo, sus recursos.
Debemos, por tanto, poner a nuestras comunas en acción. Esto implica aprovechar nuestras herramientas: desde la formación de grupos de trabajo, hasta la utilización de plataformas digitales para comunicarnos y coordinar esfuerzos. También exige que seamos proactivos en nuestro compromiso ciudadano, que participemos en las asambleas barriales, que conozcamos a nuestros vecinos y que construyamos redes de apoyo mutuo que trasciendan las diferencias.
Además, nuestras convicciones deben ser el faro que guíe nuestras acciones. Creer en la potencialidad de nuestras comunidades implica reconocer el poder que tenemos para generar cambios significativos. La historia nos muestra que muchas de las transformaciones más valiosas han nacido de la iniciativa popular. La lucha por derechos, acceso a servicios y espacios dignos comienza aquí, en el corazón de nuestras comunas.
El momento es hoy. No podemos seguir esperando que un dirigente nos salve. La salvación no está en manos ajenas, sino en nuestras propias decisiones y en nuestra capacidad de organización. Revolucionemos nuestras comunidades construyendo un tejido social fuerte y resiliente, donde cada voz cuenta y cada acción suma.
A medida que trabajamos colectivamente, no solo estamos transformando nuestras comunas, sino que también estamos forjando un nuevo paradigma de convivencia, donde la solidaridad y el respeto son valores fundamentales. Solo así podremos avanzar hacia un futuro más justo y equitativo, donde, efectivamente, nadie se tenga que salvar solo. En este camino, el poder radica en nosotros, en nuestra acción conjunta y decidida. ¡Hagamos que nuestras comunas resuenen!

Eduardo Scofu

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