El lunes el tango se va a dormir tarde. Vecinos, estudiantes, turistas y artistas desde las siete y media caen al Bar Cultural Tití Rossi, en Loria y Agrelo, para milonguear, escuchar cantores y músicos; pasarla bien, acompañados. Desde octubre las tangueras Nadia “Nani” Spencer y Gla Sauro organizan la milonga a la gorra Cafetín de Almagro, un nuevo clásico local.
El viejo bar de esquina, ex Parrilla al Carbón Chevalier, volvió con todo. Algunos vecinos pensaban que tras bajar las persianas, hace ya un largo tiempo, iba a convertirse en recuerdo. En mayo de 2018 reabrió como espacio social y cultural. Está administrado por integrantes de Bien Bohemio (sitio de Interés Cultural declarado por la Legislatura porteña), entre ellos Marta Rossi gestora cultural e hija del célebre bandoneonista Tití, y la ONG Balvanera al Sudoeste (Balsud), cuyo fundador es Leonardo Dattoli.
Aparte de tener la impronta y magia de vieja escuela con piso en damero, muros de madera y ventanas pintadas con letras caligráficas, en este lugar se filmaron varias escenas de la película El secreto de sus ojos.
Hasta aquí llegaron Nani y Gla, amantes y difusoras del tango, con la idea de iniciar un proyecto cultural. La primera es bailarina, productora, fotógrafa, representa músicos, hace la difusión de la web Hoy Milonga, donde detalla y recomienda sitios para bailar. Gla baila, es psicoanalista, productora musical, empresaria, milonguera aficionada desde toda la vida. Luego de hacer un arreglo a la gorra con la gente de Tití, empezaron lo que hoy es un espacio tanguero, pero también un sitio de encuentro, un espacio social para el arte y los vínculos.
Cafetín de Almagro empieza con dos horas de clase y práctica, entre las 19.30 y las 21.30, para largar luego la milonga que llega hasta las dos de la madrugada. Detrás de la mística, está el trabajo Nani y Gla. Cuentan que al café “lo visten” con luces púrpura y banderines multicolor antes de empezar cada lunes. Sobre uno de los muros, mientras suena la música, proyectan fotos que Nani saca en los bailes. “La gente se ve y después comparte las imágenes en redes sociales”, dice. También filman a los músicos. “A ellos les sirve y está bueno generar un registro”. En esta línea de redes en tiempo real, hacen streaming, transmiten en vivo la milonga por internet. “Una mujer de Dinamarca vino de vacaciones y se la pasó acá, cuando volvió a su país los días de milonga ponía las redes del Cafetín para mirar y escuchar”, celebran.
“Algo que no suele pasar en ningún lado es que anunciamos músicos para tocar y cuando hacen su show se suman siempre los cantores y cantoras y músicos y músicas que están ahí solo como público. Acá se genera mucho el compartir. Los shows se extienden más y más porque se van sumando unos y otros”, resaltan. “También hacemos juegos. Hacemos una búsqueda del tesoro por la cual regalamos prendas de marcas amigas no descuentos así la gente no se pone en gastos; eso gusta mucho”.
Otra de las distinciones de este proyecto cultural es que los asistentes bailan con tandas grabadas, pero también con músicos en vivo. Han pasado, entre otros, el Sindicato de Borrachos del Abasto, el Chino Laborde, Dúo Stamponi-Claros, Damián Steimberg, Martín Prestía, Pablo Cesario, el Zurdo Machuca.
“Desde el primer día trajimos artistas, también tenemos un DJ. La gente que baila a veces le cuesta la música en vivo, lo fueron incorporando”, cuenta Nadia. Gla suma: “Trabajamos en la clase la conexión con la pareja y la escucha de la música; logramos un clima en el que todos bailen con todos, no importa el nivel”.
Entre los habitúes hay quienes van a cuatro o cinco milongas por semana. Charly vive en Núñez y empieza su recorrido los lunes, en el Cafetín de Almagro: “Hace diez años bailo. Me gusta venir acá porque es un café de barrio. Los tangueros de antes bailaban con orquestas, siempre algo variaba. Uno viene ahora de bailar con discos. Tener músicos en vivo es diferente, hay que escuchar más. Está bueno”.
La esquina de Agrelo y Loria está en la zona de frontera donde se hacen difusos los límites de Almagro, Balvanera, Boedo, San Cristóbal. Imperan las casas bajas, con un cielo apenas recortado por edificios. Hay negocios de la vieja guardia y un aire tranquilo, en especial a la noche. A metros del cafetín está el CETBA (Centro Educativo del Tango de Buenos Aires), en Agrelo 3231. Cuando terminan de cursar, en muchedumbre los estudiantes cruzan la calle y se suman a la milonga.
Fernando es vecino del barrio, tiene 69 años y hace dos décadas baila tango, también es estudiante del CETBA. “Ahí estudio, acá milongueo”, resume. “En el Cafetín encontré algo interesante, salir del estudio y entrar acá es como sentirse con todo lo que uno necesita. Las organizadoras hacen que esta milonga sea especial”.
Este es el primer año que Roxana Boyer cursa en el Centro y hace ocho que va a milongas, es parte de Techos Azules del Parque de la Ciudad, en Villa Soldati. Viene al Cafetín de Almagro desde el verano: “Me encontré con linda gente, hay un ambiente muy cálido. Se transmite y me dan ganas de quedarse. Se baila con todo el mundo”.
Entre las historias que se escuchan prevalece la idea con la que Nani y Gla hacen esta milonga: “Pensamos desde el principio generar entre nos hablamos un lugar de resistencia cultural, generar el encuentro de la gente”. “Conocemos a todos los que vienen, sabemos qué les pasa, si están bien si están mal, nos hacemos amigas de todos y eso hace que vuelvan. Los nuevos se suman a la familia porque nos acercamos a saludarlos a charlar con ellos para que se sientan como en casa”.
“Hacemos anuncios de otras milongas y clases y hay lugar para que todos puedan compartir sus actividades, inviten a sus clases y expresen lo que quieran. Nos tomamos 15 minutos por lunes en generar ese momento. Solemos nombrar milongas a la gorra, de ambientes similares, anunciar novedades y promocionar todo el tango de Buenos Aires”, dicen.
El tango cambió la vida de muchas personas que vienen a bailar a Agrelo y Loria. Y lo cuentan con alegría. Para Andrés Rojas, venir al Cafetín es parte de cumplir su sueño. Es DJ y pasa tandas el primer lunes de cada mes. Nació en Cali, Colombia, y se vino a vivir a buenos aires por amor al tango. “En Colombia el tango estaba en las cantinas, iniciando por Carlos Gardel. Por mi familia lo primer que escuché fue Francisco Canaro. Para mí Buenos aires es la universidad del tango, por eso me vine. Acá redescubrís el significado de muchas canciones, también a muchos artistas, como me pasó con Aníbal Troilo”.
Andrés nació en Siberia, Rusia. Vive hace 20 años en Buenos Aires. Es vecino del barrio y hace cuatro que baila tango. Dice que se enganchó desde el comienzo. Es estudiante del Centro y varias veces en la semana concurre a todo tipo de milongas. “Todo lo que hago lo hago por placer”, dice y cuenta que sus hijos son profesores de baile y ahora viven en Ushuaia. Cuando va visitarlos participan en eventos culturales junto a artistas locales. Rescata del Cafetín su estilo descontracturado.
Y las historias siguen, acompasadas del dos por cuatro que suena hasta bien tarde en el ex Chevalier, donde todos los lunes es una fiesta que se comparte en multitud.

J.M.C.

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