En el presente están en restauración dos inmuebles emblemáticos de esta arteria porteña: la Casa Viacava de Almagro y el Edificio del Molino de Balvanera. Ambos cuentan con estos majestuosos animales entre su ornamentación.

Pronto volverán a rugir. Para algunos son solo piedra, para otros la identidad y las señas particulares de un barrio, un territorio. La presencia de centenarios leones en sus fachadas une a dos inmuebles icónicos de la avenida Rivadavia, que a la par atraviesan un proceso de restauración.

Uno de ellos es el edificio de la Confitería del Molino de Callao y Rivadavia. Está en la recta final de su primera recuperación integral, luego de ser expropiado y adquirido por el Congreso de la Nación. Desde hace dos años hay obras minuciosas para devolverle el esplendor. Los trabajos internos son responsabilidad de las autoridades nacionales. El Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana porteño se encarga de la cubierta, algunas fachadas y la cúpula.
En esta última se focalizaron los trabajos de marzo, previo a la pandemia. Allí antaño hubo cuatro leones alados de casi una tonelada cada uno. Desde las redes sociales oficiales del Edificio del Molino informaban al respecto sobre la reconstrucción de estas piezas: “El proceso comienza con una modelización 3D preliminar de los taceles, a partir de la utilización de fotos históricas obtenidas de una investigación, así como también por las enviadas por la gente a través de las redes sociales. El sistema permite la captura e impresión de bocetos desde sus múltiples aristas a fin de recomponer fielmente los componentes a replicar. De los resultados, se exportan datos que permiten la implementación de un sistema de control numérico computarizado (CNC) a fin de labrar los moldes con los que fabricar las piezas constitutivas del sistema”.
“En cuanto a la fabricación en obra de las piezas, se realiza siguiendo la técnica original de llenado de dichos moldes con símil piedra, más cementos especiales. Posteriormente, se consolida la estructura de hierro interior con hormigón que permite el traslado de las partes y soporta los efectos de corte a la que estarán sometidas en su posición final. Finalmente, esas piezas se trasladan al lugar definitivo para su ensamblado, labrando las interfaces de contacto con el mismo tipo de símil piedra con el que se ha colado el molde”.
A fines de octubre en el Molino agregaban sobre la cúpula: “Luego de los cateos y estudios de laboratorio correspondientes, el equipo pudo detectar la primera pintura que tuvo el interior de la cúpula: una pintura a base de cal con aditivos. Ya podemos ver el interior pintado tal cual estaba al momento de construirse el edificio. Buscamos información respecto de los colores y el diseño de los ocho gajos de los vitrales, ya que cuando llegamos no quedaban rastros”.
Sobre los leones: “En primera instancia, nos enviaron una foto histórica donde también se aprecian los leones alados (ya replicados). Posteriormente, en una de nuestras aperturas al público, se acercó una señora llamada Norma Mecozzi con negativos y fotografías color de algunos sectores de los vitrales. Dichos negativos fueron llevados a un laboratorio fotográfico para escanear en alta resolución, y se logró rescatar una parte. Finalmente, el arquitecto Guillermo Cristofani donó una investigación sobre el monumento que también aporta datos desde el interior y el exterior de los vitrales. Con ese material, nuestra diseñadora y un equipo de restauración externo, lograron reconstruir los vitrales tomando las trazas originales y desde adentro, respetando sus colores, texturas y técnica constructiva”.
La ministra de Espacio Público e Higiene Urbana de la Ciudad, Clara Muzzio, dijo: “Cada vez más cerca de ver la restauración integral de la Confitería del Molino finalizada. Este edificio es un símbolo porteño que tiene 104 años de historia y pronto va a volver a lucirse en todo su esplendor. Quiero agradecer a todos los trabajadores y trabajadoras que colaboran diariamente para rescatar este emblemático edificio”.
La Confitería del Molino fue creada por los reposteros italianos Constantino Rossi y Cayetano Brenna, que compraron en 1904 la esquina de Callao y Rivadavia. Años más tarde adquirieron propiedades linderas. Su inauguración se puso en contexto con el Centenario de la Independencia (1916). Fue un lugar de tertulias, casamientos, mítines. tuvo de habitúes a artistas, políticos y vecinos de distintas generaciones.
Fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1997, Patrimonio Histórico del Art Nouveau y la vanguardia de la Belle Époque por la UNESCO en el año 2000. Sin embargo, el 23 de febrero de 1997 cerró sus puertas. Fue intrusado, robaron sus piezas de valor, se inundaron sus subsuelos.
Así estuvo hasta 2014, cuando fue expropiado y pasó a ser propiedad del Congreso Nacional. En 2018 el Gobierno nacional compró el edificio y al tiempo inició el rescate patrimonial.

A pocas cuadras, a comienzos de noviembre inició el proceso de restauración en la Casa Viacava de la avenida Rivadavia 3667, un centenario edificio construido entre 1914 y 1917 por el arquitecto Virginio Colombo. Ya están instalados los andamios en la fachada, donde hay 17 leones, junto a otros ornamentos.
“Los leones están ansiosos esperando al equipo de restauración”, destacaban a fines de octubre en las redes sociales del Proyecto Al Rescate de la Casa Viacava, ideado por un grupo de vecinos y el consorcio de propietarios. Contempla la restauración e iluminación de fachada y halles.
“Gracias a Impulso Cultural – Programa Mecenazgo y la Comuna 5 (Almagro y Boedo) hemos podido coordinar acciones para iniciar esta etapa cumpliendo con todos los protocolos necesario para cuidar a todo el equipo ¡Nuestro frente no puede esperar más!”, sumaban.
En 2019 presentaron el proyecto de restauración patrimonial en el marco del Régimen de Participación Cultural del Gobierno porteño (Mecenazgo). Consiste en conseguir financiamiento mediante contribuyentes que tributan en el impuesto sobre los Ingresos Brutos. Tuvo aprobación inicial y los vecinos buscaron empresas o individuos que pudieran pagar una parte o la totalidad de la reparación, estimada el año pasado en unos $2.000.000, tal como informamos en nuestra edición gráfica de julio.
En la web oficial de Mecenazgo, los vecinos exponen: “Proyecto que plantea rescatar una obra de gran valor patrimonial con alto grado de deterioro, trabajando con técnicas y especialistas en restauración, utilizando las cartas internacionales del restauro y las reglas del buen arte. Estas obras implican trabajos de iluminación, infraestructura y acondicionamiento”.
“Los propietarios nuevamente protagonistas de la restauración, están presentando el proyecto al Ministerio de Cultura en el marco de la Ley N° 2.264”, decían los vecinos al comienzo de esta aventura que empieza a materializarse.

J.M.C.


Curiosidades sobre la Confitería del Molino
En el portal Harmartia.com.ar cuentan que en momentos de refacción, luego del terrible deterioro llegaron a contratar a un buzo para que nadara por el tercer subsuelo y les contara qué es lo que había escondido bajo más de un metro y medio de agua.
Luego retransmitimos dos perlitas del mismo sitio. Cuentan que uno de los habitués era el legislador socialista Alfredo Palacios quien al igual que otros políticos de principios del siglo XX tenía cuenta en la confitería. Pasaba por allí todos los días antes de entrar al Congreso y le pedía a los mozos que le guardaran el sobretodo para poder retirarlo a la salida.
Otra de las anécdotas clásicas es la del pedido de Carlos Gardel quien solicitó a los pasteleros que le prepararan una torta especial para su amigo Irineo Leguisamo lo cual dio como nacimiento el “Postre Leguisamo” (hojaldre, merengue, marrón glacé y crema imperial con almendras) que rápidamente se convirtió en un clásico.

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