Los gases naturales de la atmósfera retienen rayos del Sol que deberían volver al espacio. A este efecto se lo llama invernadero, y posibilita una temperatura en la superficie de la Tierra apta para el desarrollo de la vida. La quema de combustibles fósiles de la industria y el transporte generan el aumento de gases en la atmósfera provocando un incremento del efecto invernadero. Como consecuencia de esto, la temperatura terrestre puede aumentar peligrosamente.

Dedicada a la extracción y transformación de materia prima para fabricar productos y transportarlos, durante el siglo XIX la industria del mundo comenzó a quemar combustibles fósiles como el petróleo, el carbón, el gas y la leña para generar su energía. La actividad de las fábricas liberó en el aire dióxido de carbono y otros gases contaminantes. En la actualidad, la deforestación, las prácticas agrícola-ganaderas descuidadas y los desechos de la industria y el transporte incrementan la presencia de sustancias nocivas para la salud que el viento disemina por la atmósfera.

En los inicios de la era industrial, las fábricas fueron las principales responsables de la contaminación del aire. Hoy, los autos y las plantas de energía aumentan esa contaminación.

El humo en el aire irrita los ojos, genera tos, molestias en el pecho, ataques de asma y dificultades respiratorias.

Existen en el mundo 400 millones de autos que despiden por sus escapes 500 millones de toneladas de dióxido de carbono al año. Consumen 1/3 del petróleo usado en el planeta.

 

Graciela Godoy de Sadorin
Licenciada en Química (UBA)
CONICET. 
Master Comunicación Científica, Médica y Ambiental UP-FARMA, Barcelona

 

 

 

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