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Leyendas urbanas, un episodio aleccionador de la comunicación-e

¿Plásticos fraudulentos o comunicación fraudulenta?

Hace un tiempo, apareció una información circulando a través de correos electrónicos: un médico, Edward Fujimoto, de un Hospital Castle se presenta en la TV y recomienda no usar tapers de plástico para calentar comida en el microondas. Esta información revela una serie de rasgos que vale la pena desentrañar.
En primer lugar, la falta de referencias histórico-geográficas resultaba llamativa. Es tanta la basura informativa que ha traído consigo la internet, encima de la que ya circulaba por los medios de incomunicación de masas tradicionales, que uno se pone suspicaz. Aunque al mismo tiempo resulte significativa la pertinencia de algunos tramos de la información.
Fujimoto destaca en particular a las comidas con grasa: ”La combinación de grasa, calor y plástico hace que se libere la dioxina y se quede en los alimentos ingresando así en el organismo. Las dioxinas son cancerígenas y altamente tóxicas para el cuerpo.”


Recomienda entonces usar envases de vidrio o cerámica.
Luego aclara: ”Tampoco es recomendable usar plástico para tapar comidas calientes ya que el vapor se condensa y caen gotas que contienen toxinas.” Se refiere a ingredientes del plástico que este material ha ”cedido” a las gotas que se han formado.
Estos dos párrafos registran un llamativo desplazamiento en la denuncia, de ”dioxinas” a ”toxinas”. Que expresa la falta de rigor del texto o, tal vez, una deliberada desprolijidad…

La verificación de la fuente mediante Internet, nos permitió comprobar que el mensaje tenía todas las características del rumor difundido a sabiendas. No hay sino que alegrarse de que un medio de difusión como las redes electrónicas haya generado a su vez mecanismos de control, en este caso de auto-control. Consultados varios sitios-e, como SMIC Website General Forum, TruthOrFiction, Urbanlegends, Hoaxinfo, todos atribuyen el carácter de ”invento deliberado” al mensaje atribuido a Fujimoto.
Caso resuelto. ¿Resuelto?
Me parece que se produce un fenómeno muy interesante que nos hace recordar al de la famosísima carta abierta del cacique suwamish Seattle al presidente de EE.UU. Franklin Pierce de 1855. A fines de los 70 se descubrió que el formidable texto de Seattle era en realidad la composición que un guionista, Ted Perry, escribió a principios de los 70, en el siglo XX, para una película (Home).
El primer movimiento entonces fue la decepción ante la falsedad histórica de la carta, la impostura que su difusión implicaba, etcétera. Pero hay un segundo movimiento: Perry preparó un texto tan formidable basándose efectivamente en un discurso del cacique Seattle, de 1855 (o inmediatamente anterior). Lo realzó tal vez estilísticamente, pero se basó realmente en las observaciones de Seattle. Y el productor de la película prefirió escamotear la autoría de Perry para darle ”mayor fuerza testimonial” a la película. En resumen: la ”carta de Seattle” tenía un inmenso valor, no traicionaba los mensajes en juego (la depredación a manos de los blancos y el respeto nativo a la naturaleza, por ejemplo).
Con el episodio Fujimoto, nos encontramos con algo similar. Todos los equipos verificadores y desmentidores de rumores coinciden en que algunos al menos de los peligros indicados en el mensaje apócrifo son verdaderos. Algunos de los mencionados centros verificadores niegan la existencia de Fujimoto, sin embargo otros lograron verificar su existencia (en el Hospital Castle, de Honolulú) aunque no lograron conectar la persona del médico con el texto difundido, pero uno, el TruthOrFiction, llega no sólo a individualizar a Fujimoto sino que verifica que el médico en el centro de la tormenta sostiene exactamente lo que dice el mensaje: “Una parte de este rumor electrónico es el resultado de una entrevista que se le hizo al doctor Edward Fujimoto en el Canal 2 en Hawai, el 23 de enero de 2002.” (el episodio real precedería así a la difusión generalizada hacia 2003 y 2004).

El riesgo por consiguiente es que, una vez más, tiremos al bebe con el agua sucia. En primer lugar, hay que darse cuenta que la difusión de información bajo la forma de rumor, no favorece a la noticia sino, en realidad, a quienes quieren escamotearla: porque el valor de la información se desmerece y el descreimiento, una vez verificado el carácter de rumor, alcanza a la cuestión en sí, no sólo al método empleado. Con lo cual uno podría preguntarse si la propalación de rumores no puede devenir a su vez en un método para quitar verosimilitud a cuestiones veraces...
Todos los verificadores del rumor que analizamos pusieron en duda la formación de dioxinas en microondas. Pero todos recomiendan, por el peligro de toxinas provenientes de envases o envoltorios de material plástico, al menos del ”no fabricado especialmente para tal uso”, elegir más bien envases de cerámica o de vidrio. Que es precisamente lo que afirma Fujimoto.
Alguno niega la exudación de material plástico expuesto al calor e insiste en que solo el contacto directo con el alimento puede permitir alguna cesión indeseada. Afirmación aventurada de los propios analizadores, porque quien esto escribe ha verificado ”la exudación” (algunas tapas de plástico ”ceden” material encima de platos o tazas calientes; fácil es comprobarlo; se huele, y lo que olemos son moléculas desprendidas).

Las investigaciones sobre las características de los materiales plásticos usado como envases de alimentos han revelado un dato intranquilizador: el calor acelera la cesión, el pasaje, la “migración” de material plástico. Al alimento si se trata de envases; al suelo, si se trata de material plástico allí ubicado. Cuarenta grados centígrados alcanzan para precipitar el ritmo ”migratorio”. Que es una temperatura que fácilmente se alcanza en verano, sobre todo en áreas cobijadas o recalentables. Eso es, por ejemplo, lo que reveló hace ya veinte años una investigación realizada no en Argentina ciertamente, sino en Alemania,* sobre migración de un compuesto ftalático (DEHF, dietilhexilftalato) que se suele usar como ablandador en muchísimos materiales plásticos.
Observe el lector que no se trata del pasaje de taninos de la vasija de roble al vino, perfectamente buscado. O incluso del zinc al agua potable en contacto con una chapa galvanizada, para que el agua provea a quien la beba de un oligoelemento que puede escasear en la alimentación. No, las migraciones de plásticos a alimentos son algo que sobrevinieron impensadamente, que han resultado tóxicas, pero el complejo empresario que ”vive de” ello no está dispuesto a abandonar su negocio por semejantes consideraciones.
Y la pregunta que cabe es si algunas “leyendas urbanas” no se echan a correr, precisamente, para desautorizar toda crítica a tan espinosa cuestión.

Luis E. Sabini Fernández
[email protected]

. * F. H. Kemper, Zum Thema WeichmacherPhtahisäurediakylester pharmakoligische und toxiokologische Aspekte, Verband Kuntsofferzeugende Industrie, Frankfurt, 1983 (cit. p. Integral, Barcelona, no 98, febrero 1988).

Revista El Abasto, n° 78, julio 2006.

 

 



 

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