Cuenta la historia que en un lejano bosque vivía un humilde carpintero llamado Kishiro quien tenía una familia compuesta por su esposa y dos hijos. Llevaban una vida modesta y armoniosa pero un día su trabajo empezó a decaer y cada vez ganaba menos dinero.
La miseria se hizo presente trayendo problemas económicos. Kishiro probó de diferentes maneras llevar a flote su negocio y nada parecía encontrar el camino al éxito, en su desesperada situación la depresión lo abrazo y no encontraba una salida.
Entonces decidió pedir ayuda al anciano sabio que vivía en el bosque. Al llegar a la casita de madera este gentil hombre le ofrece pasar y le prepara una taza de té. Kishiro empieza a contar todo su infortunio y su desdicha, el anciano sostenía en sus manos la taza de té caliente escuchando muy atento el relato. Cuando Kishiro finalizó sus expresivas palabras, el sabio le pidió que lo acompañara al jardín de su casa en donde le mostraría dos hermosas plantas un helecho y un bambú.
El sabio maestro le dijo:
– Observá estas dos plantas. El bambú es alto, vigoroso y ahora te parece majestuoso. Pero hace unos años pensé que no crecería, y fijate que enterré unas semillas de bambú y helechos el mismo día porque son mis plantas favoritas y quería tenerlas en el jardín.
– El helecho en seguida activó su vida compartiendo al exterior su bello ropaje, con sus centellantes hojas verdes. Sin embargo, el bambú no daba señales de vida. Pasó un año y el helecho seguía desarrollándose y desplegando sus hojas, mientras que el bambú parecía que no tenía intenciones de nacer. Igual seguí regándolo y anhelando su llegada, pasaron los años y un día después de siete años brotó el bambú, creció y creció, y en las siguientes seis semanas llegó a los 10 metros y después a los 20 metros… ¡Es tan alto! Pero ¿Sabés porqué el bambú tardó tanto en salir al exterior?
Kishiro no sabía que responderle, no tenía ni idea cual sería la razón.
– Porque el bambú necesitaba formar raíces vigorosas e inmensas.
El sabio observo el deslumbrado rostro de Kishiro y sintió que la claridad del mensaje lo llevaba a entender la verdad, continuo hablando el anciano y le explico:
– Las dos plantas son importantes en el bosque pero tienen misiones diferentes y ambas son indispensables en la naturaleza.
– Nunca te arrepientas de nada en tu vida, porque habrán días buenos que te darán felicidad pero otros días malos que te darán la experiencia. La felicidad te mantiene dichoso, los errores te hacen fuerte, las calamidades te hacen más humano, las caídas te sostienen humilde y el triunfo te hace brillar. Kishiro recuerda: si no tienes todavía lo que quieres en tu vida, tranquilo no te aflijas. Tal vez estés echando raíces.

Adaptación: G.N.

Moraleja
Ser perseverantes en el diario vivir es la herramienta principal para llegar a crear una historia verdadera y profunda en nuestro libro de vida y llenarlo de experiencias sabiendo que cada situación tiene un mensaje oculto que será descubierto cuando llegue el momento adecuado para florecer en paz y armonía.

También te puede interesar