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ECOLOGÍA

La polémicas sobre las papeleras ventila ideas y actitudes de algunos funcionarios que incentivan alguna devolución...

Pulperas de papel, carne de cañón

El presidente de la República Argentina acaba de advertirles a los hermanos uruguayos que no se dejen seducir por las empresas transnacionales del mundo enriquecido que buscan sólo su propia ganancia y que vienen para arrebatar nuestros bienes y recursos.

Bien dicho.
Ahora solo falta informarle al presi que a lo largo de los Andes y durante todo el menemato, cuando él era precisamente gobernador santacruceño, entraron casi cien empresas de minería, casi todas provenientes del mundo enriquecido, de las que pulverizan un cerro, una montaña, para apropiarse de una tonelada de piedra que tenga la cantidad, hasta hace poco despreciada, de un gramo, no más, de oro, dejando a cambio piedra semi molida, agua contaminada y un suelo totalmente estragado.
De paso, bien se le podría informar al presidente que empresas expoliadoras no necesitan siquiera provenir del mundo enriquecido, de los odiados países como Finlandia, EE.UU., Francia o España. Basta que consulte a Evo Morales para enterarse que los bolivianos han decidido sacarse de encima el expolio de empresas como la tercermundísima Petrobras por la sencilla razón de que los esquilmaba tanto como lo hacen la mismísima Shell, BNP o Repsol.
     Porque si una empresa retiene en un territorio ajeno, del cual extrae un recurso natural, digamos (se ha mencionado en la prensa y por lo tanto el dato NO es para nada confiable) el 82% de los ingresos, poco importa que esa empresa provenga de un país imperial o un "país hermano"; lo que importa es el porcentaje que retiene para sí, es decir que escamotea al país y a la sociedad en el cual son forasteros y aprovechados usuarios.
El gobernador entrerriano Jorge Busti ha declarado que estudios de impacto ambiental revelan que la emisión de dioxinas de las dos plantas cuestionadas van a generar 28 nuevos casos de cáncer anuales dentro de la ciudad de Gualeguaychú.
¡Qué lo parió! diría Mendieta, seguramente impresionado por la exactitud, preciosista, del pronóstico. Quiero creer que si se conoce con tanta precisión el alcance de una contaminación en lo futuro, con mucha mayor razón se deben conocer los datos, la cantidad de casos de cáncer que sobrevienen y han sobrevenido con las emisiones contaminantes que ya se han producido y se siguen produciendo día a día, y aquí no importa si en territorio uruguayo o argentino.
       Por ejemplo, se sabe que un auto familiar, común descarga en el aire al cabo de 20 000 km de recorrido unos mil kilos de gases todos ellos tóxicos (monóxido de carbono, compuestos nitrogenados, ácidos sulfurosos, etcétera). Estamos hablando de kilos de gases, imagine el lector el volumen y el alcance de esa contaminación. Mulitiplique el auto por los ocho o diez millones que circulan en el país… agreguéles camiones y buses y el transporte aéreo y, si lo hiciéramos con todos los países del mundo tendríamos bastante más de la mitad de la contaminación mundial del aire.
      Se sabe la cantidad de pilas que se produce: se sabe en consecuencia la cantidad de emisiones contaminantes -y con mayor propiedad entonces que con industrias en construcción como las del conflicto, cuya producción aún no se ha consumado- se sabrá la cantidad de casos de cáncer que con la producción de pilas, surgirán. Lo mismo podríamos decir de la contaminación terrorífica de la petroquímica, elaborando productos plásticos, casi todos ellos probadamente cancerígenos.
      Sin embargo, cada vez que víctimas de cualquiera de estas producciones químicas, de pinturas, de curtiembres, petroquímicas, con uso de metales tóxicos o de sustancias temibles, como el cianuro (en explotación minera), el arsénico (en preservación de madera), los ftalatos (como ablandadores de plásticos), PCBs (en calidad de cómodos ignífugos en condensadores) procuran frenar el daño o demandar a los causantes, suelen fallar y faltar todos los elementos o nexos que permitan asignar, por ejemplo, los casos de cáncer en una población con un agente causante ambiental, que puede ser la fábrica de enfrente, o la fumigación aérea que arrasa pobladitos de "pobres del campo" (al servicio, claro, de grandes extensiones de exitosísima soja, por ejemplo).
      No deja de ser extraño que nunca se puede saber con precisión a qué responden los casos de cáncer de vecinos de focos de contaminación brutal y a la vez se pueda prever con tanta precisión los casos de cáncer a futuro de plantas que contaminarán aunque todavía, porque no existen físicamente, jamás lo han hecho.
      El señor Busti debería tomar nota del enorme conocimiento que tiene de lo futuro, para poder aplicarlo al pasado y al presente, de los cuales, ciertamente deben existir muchos más datos que la sola estimación de impacto ambiental.
     Si no, se podría creer que las 28 vidas destrozadas o tronchadas que nos anuncia no son sino un espantajo propagandístico, que justamente invoca porque no son nadie en concreto. Porque los verdaderos casos, y a esta altura de la industrialización, la plastificación, y la carburización de nuestras sociedades, los verdaderos casos de cáncer por contaminación ambiental son miles, centenares de miles, sin ninguna duda (y todo lleva a suponer que la tendencia es al aumento…) no los atiende ni montoto. Porque las empresas no se tocan y nuestra forma de vida menos.

Luis E. Sabini Fernández

[email protected]

Revista El Abasto, n° 76, mayo 2006.

 

 



 

 


 
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