Entrevistamos a Ofelia
Higarza, dueña de
Almatango, tanguería
de Sarmiento y S. de Bustamante.
La
Pipistrella del Abasto
Contame, ¿Cuánto
hace que estás acá,
en el Abasto?
“Hace más de
cuatro años que estamos
acá con Almatango.
Yo llegué acá
de clienta. Entré
cuando ya era Almatango
y les pregunté si
podía cantar, si
me dejaban. Me dijeron que
sí. Lógico,
si no había nadie.
Al poco tiempo cerraron
y mi marido me dijo si quería
comprar el lugar y yo le
dije que sí, pensando
que sólo iba a cantar.
Y ahora pensar que atiendo
a los proveedores, el mostrador,
lo que menos hago es cantar.
Me encargo de las relaciones
públicas, cosa que
me encanta... Te adelanto
que soy uruguaya.”
¿Hace mucho
tiempo que estás
viviendo en la Argentina?
¿Cómo fue
que te viniste a vivir acá?
“En la Argentina hace
veintidós años
que estoy viviendo. Yo llegué
a Buenos Aires por mi marido,
argentino él... Yo
me casé tres veces
con argentinos. Un matrimonio
lo viví en Uruguay,
otro en Brasil y el tercero
en Argentina. Mi actual
marido nació en Parque
Patricios. Porteño
de ley y muy buen bailarín
de tango, fue quien me enseñó
y yo lo sigo bien.
¿Cuándo
lo conociste ya cantabas
tango?
“Mirá, yo canto
desde que tenía tres
años, pero nunca
en forma profesional. Desde
esa temprana edad integré
la primera revista infantil
en Uruguay, en Colonia que
formó un porteño
y vinimos a Radio El Mundo,
en representación
de Uruguay. Cuando tenía
diez años nos fuimos
para Montevideo. Y seguí
siempre queriendo cantar.
Mi papá me motivaba
mucho, mi mamá no
tanto.”
¿Por qué
tu mamá no te motivaba,
decís?
“Y porque no era la
época en que las
mujeres fueran artistas.
La mujer tenía que
bordar, coser y cantar,
pero el arroró, no
cantar otra cosa. Pero yo
me rebelé y cantaba
tangos porque me encantaba.
Me ponía de chiquita
detrás del armario
porque me parecía
que la voz salía
por adelante y también
me enojaba si no me dejaban
subir a los tablados. Después
estudié teatro. Cantaba
en el coro de la iglesia.
“Tuve una infancia
muy feliz, muy nutrida de
cosas lindas. Después
en Montevideo trabajé
en el diario El País
mucho tiempo”.
¿Cómo
periodista?
“No, hacía
relaciones públicas.
También hacía
la conducción de
desfiles para la televisión.
Hice esta actividad durante
quince años. Era
compañera de Víctor
Hugo Morales quien es un
amigo muy querido, padrino
de Almatango.
“Durante años
representé a Rodríguez
Castillo, gran poeta y músico
uruguayo. Autor del “Romance
del Malevo”, “Camino
de los quileros”,
“Domingo de agua”
que cantaba Jorge Cafrune.
Páginas muy lindas.”
¿Y mientras
trabajabas de esto ya cantabas?
“No, porque yo siempre
canté en rueda de
amigos. Siempre canté
pero en intimidad, nunca
como profesional.”
¿Por qué?
“No sé, no
se daba y, fíjate,
que me gustaba mucho. Me
acuerdo cuando cantaba en
Radio Colonia, antes de
mis diez años, tenía
tres guitarristas que venían
todos los días a
mi casa para que yo ensayara.
En esa época además
hacía teatro. A mi
papá le gustaba mucho
el jazz y mi mamá,
me acuerdo, que tejía
y cantaba tangos, así
yo aprendía las letras.
Mi familia era toda amante
de la música.”
¿Cómo
montás Almatango?
“Almatango ya estaba
funcionando. Lo único
que cuando llegamos nosotros
le dimos otro matiz diferente,
impusimos los shows, hicimos
una pequeña reforma
edilicia y el 12 de marzo
del 2003, finalmente, reabrimos
las puertas. Como yo digo
siempre, es la esquina más
porteña de Buenos
Aires.”
¿Acá
te despachás cantando?
“Sí, sí,
acá canto tangos
y candombes. Acá
se podría decir que
me animé a largarme
a cantar en forma un poco
más profesional.
Mi maestro de canto, te
tengo que confesar, fue
nadie más y nadie
menos que Virgilio Expósito.
Tuvimos una amistad entrañable
con Virgilio. Tanto es así,
que fue padrino de mi casamiento.”
¿Y cómo
lo conocieron a Virgilio
Expósito?
“Mi marido lo conocía
desde hacía muchos
años y fue así
que seguíamos frecuentándolo
hasta que un buen día
decidió irse de acá.
Aunque no se fue, en realidad,
todavía su espíritu
está acá con
nosotros. Hay muchos recuerdo
de él aquí,
en Almatango...
“Yo tengo la suerte
de tener estas paredes que
atesoran muchos recuerdos,
acá muchos escriben
un poema y me lo dedican
a mí, ¿podés
creer?”
¿Y con Expósito
muchos años fueron
amigos?
“No muchos, muchísimos
años fueron. Casi
veinte años. Compartíamos
la mesa casi todos los días.
Vivía muy cerca de
casa. Vivíamos, en
esa época, en Recoleta,
en Las Heras y Junín.
Era habitual que nos juntáramos
como veinte personas, ya
cada uno tenía su
lugar en la mesa; estaban
Virgilio Expósito,
Osvaldo Norton, Osvaldo
Piro, Daniel Río
Lobos, entre otros.
¿Y cómo
fue que conociste a todos
estos personajes?
“Porque mi marido
era muy nochero. Y después
tuve la suerte de vivir
todo ese resurgimiento del
tango y de encontrarnos
con un grupo muy lindo de
personas que después
cada uno, lamentablemente,
se fue y así quedamos
nosotros. Quedamos con Almatango.”
¿Mucho
tiempo tomaste clases con
Virgilio Expósito?
“Como siempre venía
a casa Virgilio un día
me dijo: «Tenés
una muy buena modulación
pero tenés que aprender
los tonos, tenés
que aprender las pausas
y tenés que aprender
los puntos y las comas.
Es fundamental para cantar
tangos; saber los puntos
y comas, y saber lo que
uno está diciendo
con ese tango. Es muy importante
saber la expresión
que dijo el poeta, no sólo
es la métrica musical,
y no sólo es lo que
uno quiere decir».
“Ahí está
el secreto de la interpretación
para cantar tangos. Fíjate
vos, que hay buenísimos
cantores que no saben lo
que están cantando
y es una pena. A veces,
por esto, malogran una bellísima
página de un gran
escritor porque no saben
lo que dicen. Una vez, al
respecto, le escuché
algo muy bueno a Rubén
Juárez que estaba
hablando de un cantor X,
no pienso decir quién
era, que estaba cantando
el tango Afiches y en la
parte que dice: “...
yo te di un hogar, siempre
fui pobre, pero yo te di
un hogar....”, este
cantor con muy buena voz
lo cantaba muy alto, lo
vociferaba, hasta que Rubén
Juárez se paró
y le dijo: «Escucháme,
si te jorobó la vida
cómo le vas a cantar
así, le tenés
bronca».”
Se me ocurre que
es muy distinto cantar tangos
que otros géneros
¿es así o
estoy equivocado?
“Mirá, siempre
tenés que respetar
la música y la letra.
Acá tenemos, por
ejemplo, los miércoles
al Tape Rubín, que
es compositor y músico,
y canta sólo lo suyo,
con el Quinteto La Siniestra.
Tiene un tango que es buenísimo
que se llama Los Blues de
Boedo, y arranca la música
como si estuvieran tocando
un blues. Es un enfoque
diferente y me está
gustando. Acá le
damos mucho lugar a la gente
joven, a la expresión
joven.
Mirá, yo
he pasado por la vereda
de Almatango más
de una vez y me he detenido
a ver los afiches de los
artistas que trabajan acá
y así vi a Esteban
Riera, y luego me enteré
que incluso fue de gira
con Julio Bocca...
“Sí, señor.
Es una bellísima
persona Esteban Riera y
él sabe que ésta
es la casa de él.
Hay una anécdota
muy linda con él,
yo lo anoté en Cosquín
sin que él supiera.
Como esto era subsede de
Cacho Valle, que anotaba
para el Pre-Cosquín
y como Esteban tenía
tantas condiciones me dije
¿por qué no
va a triunfar en el tango
si Esteban tiene tantas
condiciones, y por qué
no puede así triunfar
el tango en Cosquín?
Y, mirá vos, no sólo
ganó sino que salió
Revelación Cosquín,
en el 2005. Nos fuimos con
mi marido a Cosquín
durante todo el concurso.
Te imaginas la alegría
cuando ganó. Él
estaba acá cuando
salió Revelación.
¿Y los artistas
cómo trabajan acá?
“Bien, muy bien. A
veces , alguno se nos han
enojado porque los clientes
hablaban durante sus shows
y nos reclamaban que le
pidiéramos al público
silencio. Pero nunca hicimos
eso. Porque el silencio
no se pide, se gana. Si
estás en un lugar
comiendo y algo te llama
la atención, vas
a hacer solito silencio,
vas a prestar atención,
vas a escuchar.”
¿Alguna
anécdota que quieras
contar?
“Una vez, gané
un premio en Radio Colonia.
Tenía seis años.
Salí Miss Colonia.
Fui así la Reina
de Colonia y de Radio Colonia.
Me llevaron, recuerdo, a
una sala que estaba repleta
de cosas importantísimas:
pianos, bicicletas, muñecas
que caminaban... Todo era
muy fastuoso y yo tenía
que elegir allí mi
primer premio. Elegí
un baldecito de playa y
una palita, te imaginarás
como mi mamá me quería
comer con todo lo que había
y yo que elegí eso.
¿Es difícil
sobrellevar una vida de
noche y tango con la vida
familiar?
“Sí, que es
difícil porque tenés
que cumplir con las exigencias
de tu propio hogar y al
mismo tiempo cumplir con
las exigencias de tu negocio
y más cuando estás
tan pendiente de todo como
es mi caso. Yo, acá,
más de una vez me
acuesto muy tarde y a la
mañana siguiente,
a las ocho, tengo a un proveedor
tocándome el timbre
y tengo que estar. Se complica.
Es más lindo cantar
solamente. Yo no sabía
eso, si no me habría
quedado de clienta.
M. S.
Revista El Abasto,
n° 78, julio 2006.