Revista N°215

Perdiendo identidad

Hace un tiempo atrás planteé en unas de mis columnas de opinión la situación incipiente donde los porteños estábamos perdiendo identidad. Bueno, esa tendencia evidentemente vino para quedarse. Ya hemos adquirido hábitos foráneos, como take away, delevery, edificios con amenities, sum, etcétera. A veces estas cosas no son sinónimo de progreso ni de modernidad. A mi manera de ver es pérdida de identidad. ¡Los porteños la estamos perdiendo, amigos! ¿Quién se reúne a tomar un café con amigos? Ya pocos… La mayoría chatean… ¿Quién lee el diario en un bar? Pocos. Ya todos sobrevuelan las noticias a través de algún dispositivo de mano. ¿Quién charla con el tachero? Si ahora piden Uber, a través de un smartphone… y como estos hay más ejemplos.
Los porteños nos hicimos como somos a partir de nuestros hábitos y costumbres. Los que nombré anteriormente fueron algunos de ellos. Es este nuevo rumbo de neoliberalismo no solo se depreció el bolsillo sino también nuestra identidad. Si trasladamos lo que ocurre en Capital a nivel nacional es exactamente igual, y es más preocupante, vamos camino a transformarnos en una nación sin identidad propia. Tantas veces escuché “hagamos la nuestra”, pero a esta altura del partido me parece que estamos perdiendo “la nuestra” para convertirnos en un gran cambalache, como decía el gran Discépolo, donde creo que estamos más cerca del calefón que de la Biblia. Ahora que traje a referencia al gran Discepolín, me acuerdo de la película El hincha (basada en esa maravillosa manera de vivir el fútbol a lo Tano Martorelli, casi 70 años atrás), pero, ¿para qué voy escribir del hincha? Si ahora ya no hay… hay barras, mercenarios serviles al delito y fuerzas de choque del poder político de turno.
Los que me conocen saben de mi profunda defensa por la cultura porteña, los que no me conocen ahora me pueden googlear y ahí verán mi defensa por lo nuestro. Por favor, actuemos ahora desde nuestro lugar como sea en lo que sea… pero que no nos pase como siempre que dentro de veinte años digamos: “Qué lindo que era Buenos Aires hace 20 pirulos”. Les aseguro que si no actuamos nos va a pasar como nos viene sucediendo en varios aspectos. Sin darnos cuenta, o por no querer ver, nos van llevando a un lugar donde después vamos a extrañar el nuestro.
Pensaba escribir del tarifazo, del dólar por las nubes, de la inflación, de la inseguridad, etcétera, pero para eso siempre habrá tiempo, porque circunscriptos a lo cotidiano, descuidamos nuestra identidad y como grité en la Legislatura porteña en el 2015, motivado por mi notabilidad, hoy vuelvo a gritar más fuerte.
¡QUE VIVA LA CULTURA PORTEÑA!


Eduardo Scofu*
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* Nacido un 23 de mayo del 67, en Rodríguez Peña y Lavalle.

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