Revista N°209

Un museo recuperado por su comunidad educativa

En el colegio Mariano Moreno:

Por primera vez participaron en La Noche de los Museos con actividades propias y patrimonio centenario.
    Lo que hasta hace poco era un puñado de cajas apiladas en subsuelos y recovecos, la comunidad educativa del colegio Mariano Moreno lo convirtió en un museo. En el primer piso el histórico inmueble de Rivadavia 3577 se dispusieron varias salas donde  ahora se puede aprender cómo se enseñó durante más de un siglo en el barrio de Almagro.


     El proceso, iniciado a fines de septiembre, fue un trabajo de hormiga, pero también implicó revincularse con la identidad propia de ser estudiante del Mariano Moreno, una de las casas de estudio más destacadas de la Ciudad de Buenos Aires. Los adolescentes y docentes desempolvaron los hechos que empezaron a escribirse en 1898.
     En ese entonces, a 35 años de su creación, el Colegio Nacional Central de Buenos Aires (Bolívar 263) estaba saturado y había que crear nuevas sedes. Así nacieron las secciones Norte (Colegio Sarmiento), Sud (Colegio Rivadavia), Noroeste (Colegio Nicolás Avellaneda) y Oeste. Esta última es la actual casa de estudios de Almagro. Su primera sede estuvo en Belgrano 2189. En 1911 se inauguró el actual inmueble, diseñado por Pablo Carabelli. Se montó en tierras donadas por la familia Billinghurst, dueña de tranvías porteños.
    Para jugar con el concepto de este pasado sobre rieles, durante La Noche de los Museos, celebrada el sábado 4 de noviembre, el primer piso se dispuso a través de varias “estaciones”. Esta jornada organizada por el Ministerio de Cultura porteño fue el debut del museo del Moreno ante la barriada. “Lo planificamos mucho. Al final cada uno estaba en un lugar distinto, pero todo salió bien”, recuerda entre risas Paula Ochoa, profesora de plástica y una de las impulsoras.


     Mientras charla con este medio, invita a recorrer la sala de actos del primer piso. Allí se montó una estación en homenaje a Ernesto de la Cárcova, quien fue docente en el Moreno. “Hoy estamos en su cargo”, dicen con orgullo Ochoa y Verónica Vojcicki. Ellas trabajaron con estudiantes que hicieron versiones libres sobre la célebre pintura de su antecesor “Sin pan y sin trabajo” óleo de 1894. (Justo el mes de octubre nuestra revista portó esa obra en tapa. ) En los muros, en el escenario y sobre el balcón de este reducto coronado por un histórico vitreaxu se colgaron cuadros, ilustraciones, instalaciones y cartelones con las reinterpretaciones. Hay obras de alumnos y también se invitó a varios artistas por fuera de la institución escolar. Entre otros, se pudieron ver trabajos de Jericles (humorista gráfico cordobés), Miguel Rep, Javier Rovella (historietista local autor de Dante Elefante); también postales impresas de El Tipográfico (espacio cultural de avenida San Juan 3246, San Cristóbal). Una de ellas reza “Paz, punk, trabajo”. “Esa me la llevo a casa”, bromea Paula.


     En uno de los pasillos instalaron un gabinete donde el público podía escuchar tangos escritos por Homero Manzi y Enrique Cadícamo. Ambos fundamentales del dos por cuatro fueron docentes del Mariano Moreno. Es una forma de rescatar su talento, pero también de humanizarlos y repensarlos en el día a día de boletines y clases.
     En esta línea, están en exhibición los boletines del expresidente de la Nación (1958-1962) Arturo Frondizi y, entre tubos de ensayo y elementos químicos, el de Luis Federico Leloir, quien fue ganador del Premio Nobel de Química en 1970. Una vez sacó un 5 en química. “Los chicos ven esa nota y no la pueden creer. Pasan a humanizarlo, a verlo como una persona de carne y hueso. Se dicen a sí mismos que a ellos también les puede pasar así: no por tener una mala nota les va a ir mal en el futuro”, agrega Paula.


     Durante el acondicionamiento, descubrieron que había mármoles antiguos en varias paredes. Estaban ocultos tras decenas de capas de pintura que se acumularon con los años. También hallaron diapositivas antiguas hechas en vidrio y mapas viejos usados para dar clases de geografía junto a piedras volcánicas.
      En las salas del primer piso también hay muebles antiguos donde se pusieron en exhibición animales embalsamados. Un águila y varios reptiles comparten pasillo con esqueletos de criaturas prehistóricas, vértebras de ballenas o costillas de vacas. De hecho, varios estudiantes pintaron un mural con el tamaño real de peces serrucho, de los cuales se conservaban las sierras de sus cráneos.
   Además hay animales en formol, máquinas para proyectar cine de la época de Juan Domingo Perón, elementos químicos, máquinas de escribir, mesadas de mármol. La lista es larga, pero más largo fue ordenar todo. Una buena ayuda para armar el rompecabezas fue un conjunto de fotos antiguas, que muestran a docentes y estudiantes de antaño. La actual camada posó en idéntica posición. El díptico del ayer y del hoy está colgado en un muro debajo de los emblemas circulares que en distintas épocas coronaron el ingreso del colegio. La búsqueda de continuidad a través de este gesto es más que elocuente.
    En la recorrida por el museo, Paula y la profesora de química Alejandra Corti nos cuentan que lamentablemente muchos elementos se perdieron por el paso del tiempo. “Sacaron volquetes a la calle. Está la discusión de qué es basura y qué son elementos históricos. Fuimos recuperando y acondicionando lo que íbamos encontrando, viendo que la historia del colegio debe estar al alcance de todos”, afirman.
     En adelante, el del Mariano Moreno estará al pie del cañón cada edición de La Noche de los Museos. Además, se lo incorporará a la rica vida social y cultural que ya anida dentro de la centenaria institución educativa, un lugar de Almagro que profundiza en sus orígenes para consolidar su presente.



J.M.C.

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