Revista N°207

Nada que ver con la grieta

Una cosa es estar en desacuerdo en cuestiones políticas como si el estado debe ser más o menos inclusivo, endeudarse más o menos, hacer más o menos obras… Esa podría ser la gran diferencia entre Cambiemos y el FPV. Ahora, otra muy diferente es preservar los derechos humanos, materia que no es propiedad de ningún partido. El “Nunca Más” data de la época de la recuperación de la democracia con Raúl Alfonsín y si bien el Kirchnerismo apoyó ésto y lo abanderó como propio, no es su propiedad, sino que es una base moral y ética para una democracia en paz.
Aclarado esto vayamos a un caso puntual que tiene a todo un país, y el mundo entero, en vilo:
Hace más de un mes y medio “desapareció” Santiago Maldonado. Varios han testimoniado ver cuando la gendarmería lo detenía en un corte de ruta donde la protesta, mapuche, era por preservar sus tierras ancestrales y no dejarlas a que empresas extranjeras las exploten sin consideración ambiental. Podemos o no estar de acuerdo con el pedido, pero el derecho a manifestarse es fundamental en democracia.
Molesta sobremanera la actitud del gobierno nacional con este caso. Primero negaron la presencia de Maldonado en el lugar, al punto que la mismísima ministra de Seguridad de la Nación aclaró que no iba a investigar a la gendarmería, que ellos no habían hecho nada malo. Luego comenzaron a ver “Santiagos Maldonados” por todos lados, al colmo del absurdo que un vocero del gobierno “encontró” un pueblo donde “todos se parecen a Santiago Maldonado”. Que en este país, con la reciente historia de desaparecidos y la clarísima postura del “Nunca Más”, vengan funcionarios a tratar el tema con esta soltura es una verdadera falta de respeto a cualquiera de las víctimas de la última dictadura cívico-militar.
Luego fueron saliendo más y más verdades del caso a la luz al punto tal que parecería que se les hace imposible encubrir lo sucedido… A alguno “se le fue la mano”... Entonces van buscando algún chivo expiatorio de entre los uniformados a pesar de que, según quien dirigió el operativo en la ruta, cumplían claras órdenes del ministerio.
Lo mínimo que uno espera de la presidencia es que “queme un par de fusibles” y corrija el rumbo de las fuerzas. Y que no especulen sobre pros y contras en relación al caso y las elecciones; los derechos y la vida deben prevalecer ante los votos. Queda claro a su vez que la ministra en cuestión debe renunciar a su cargo.

 

Rafael Sabini
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