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Nos encontramos con el ingenioso teatrista José María Muscari en un bar de la avenida Corrientes y café de por medio esto fue, palabras más palabras menos, lo que charlamos.

Cuando ser uno mismo sacude
José María Muscari es un talentoso joven de veintinueve años que presenta una imponente trayectoria. Al ser el Abasto un polo de teatros hay mucho que lo ancla al barrio. Un gran impulsor fue Pornografía Emocional que se hacía en La Almohada hace siete años y fue tal vez la obra reveladora. En el Abasto Social Club hizo Grasa durante dos temporadas. En el Espacio Callejón dio clases. Derechas la dio en el Teatro del Abasto. Y las exitosas Fiestas del Deseo -con sus performances- estuvieron durante años en el Teatro del Abasto y luego en Uni Club. En la Ciudad Cultural Konex está actualmente con su Electra Shock.

M.S.: Veo que estás en este momento con cuatro obras a la vez. ¿Cómo te da el tiempo?
J.M.M.: “Cinco en realidad. Porque tengo un espectáculo actualmente que se proyecta en Santa Fe. La obra se llama Cotillón, una historia perversamente familiar. La escribí en función de los actores que la actúan allá. Se dio un trabajo muy intenso por mail inicialmente. Y después la fui dirigiendo en idas y vueltas. Me quedaba allá una semana y después ellos seguían solos dos semanas.”

M.S.: ¿Conocías a los asistentes y actores de allá?
J.M.M.: “No conocía a nadie. Los conocí cuando en la Fiesta Nacional del 2004 fui con Shangay y se coparon, les encantó. Quedamos con un vínculo y nos invitaron a ir con esa obra a Santa Fe. Ellos se auto-organizaron porque venían laburando muy bien profesionalmente, pero nunca juntos. Buscaron la forma de articular esa invitación, consiguieron empresas que apoyaron, un hotel, armaron una megaproducción.”

M.S.: Unos capos. Yo soy del interior y sé que allá puede ser incluso más difícil que acá.
J.M.M.: “Y no solo eso. La obra que comenzamos a hacer juntos es buenísima y va muy bien. Ya hace un mes y medio que está en cartel y si acá aún no tuvo mucha trascendencia es porque aún no vino. La voy a traer en el verano a una temporada intensa de dos semanas acá. De jueves a domingos, con cinco funciones. Intenso, porque ellos tienen que venir a quedarse. Yo había hecho una experiencia similar con Paco Giménez para dirigir uno de los espectáculos de los Veinte Años de La Cochera. Así viajé a Córdoba. Si bien era trabajar en la línea que planteaba Paco, él me entregó el material y los actores para que yo haga lo que me parezca. Pero estaba esa cosa de ir una semana y volver, y de nuevo ir. En el caso de Santa Fe fue diferente. Menos contenido, además acá yo escribí una obra para ellos.”

M.S.: ¿Qué te sedujo el escribir esa obra e involucrarte con ese proyecto?
J.M.M.: “Me seduce mucho la gente que tiene ganas de trabajar conmigo. Además la idea de trabajar con gente que no conozco y que esté dispuesta a aceptar el trabajar, digamos, lo que se me antoje. Eso me parece muy seductor. Y realmente nos va muy bien. Los actores son muy buenos. Además es una obra mía en otro lado. Es un nivel de pertenencia mutuo muy grande, apenas termina una función me mandan un mensaje de texto, viajo seguido. Es un espectáculo más de los míos, solo que no está en mi volante de “4x4” porque están en Santa Fe.”

M.S.: Entonces estás con Cotillón, Sensibilidad, Piel de Chancho, Electra Shock y Shangay, ¿cómo te da el tiempo?
J.M.M.: “Yo con el tiempo soy muy pragmático. Bueno, en realidad con el trabajo en general soy pragmático. No ensayo más de una obra a la vez. Mi capacidad creativa no me lo permite. Cuando me meto en un mundo, me meto con eso. Lo que sucede en este momento es que hay espectáculos como Shangay que están hace tres años. Es un trabajo que está hecho en otro momento, por más que haya una actualización continua, pero el trabajo de concepción fue hecho en otro momento. Lo mismo con Electra que está hace dos años en escena. Piel de Chancho y Sensibilidad son los más nuevos que las estrené en momento diferentes con procesos dispares. O sea que en ese sentido mi forma de tener varias cosas a la vez es que cada una ocupe su tiempo, su espacio, en mi creatividad.”

R.S.: Tal vez una clave que te lo permite es que las obras van durando…
J.M.M.: “Claro, se van sosteniendo. Y eso es una búsqueda. No me interesa hacer teatro sólo para los amigos o para poca gente. Tampoco me interesa hacer un espectáculo que lleve más tiempo ensayarlo que hacerlo. Más allá de que algunos espectáculos míos están dentro del circuito comercial y podrían llamarse comerciales y hay otros que no, a mí no me interesa el teatro vocacional. O sea, hacerlo por el placer de hacerlo. Pero me gusta hacerlo y es mi profesión. Cuando lo hago quiero que pase lo mejor, que vaya la mayor cantidad de público y que dure lo más posible y que todo el mundo logre lo que más pueda con ese trabajo, los actores, yo, el teatro, el público, todos.”

M.S.: Sé que eras muy joven cuando empezaste a hacer teatro, ¿qué te llevó a esta profesión?
JMM: “No hay algo que me haya disparado. Empecé a estudiar teatro a los once años. Mi papá es verdulero, fue carnicero, comerciante. Mi mamá es ama de casa. No tengo hermanos, pero tengo una familia muy grande, somos sesenta casi. Muy tanos. Donde nadie tiene ninguna relación con el arte. La persona más artista de la familia es un tío muy lejano que hace mucho que no veo que inventó por ejemplo el sistema del cepo para autos.”

M.S.: Muy creativo
J.M.M.: “En mi casa no existía la biblioteca, el piano, nada. No sé que me motivó. De chico empecé con que quería estudiar teatro.”

M.S.: Pero qué, ¿veías mucha tele y querías estar ahí?
J.M.M.: “No. Es muy raro, porque yo quería estudiar teatro, no quería estar en la televisión. Sin embargo, de chico no me llevaban a ver teatro. Y mi mamá, para que yo no joda más me llevó a un centro cultural barrial. Terminaban las clases en las escuelas y después de cierta hora era centro cultural. Y después a los catorce, quince me venía solo en colectivo al Rojas, después al Centro Cultural San Martín. Después de quinto año me anoté en la EMAD (Escuela Municipal de Arte Dramático). Y ya estaba decidido que eso era lo que quería hacer. Nunca tuve que pensar en cuál era mi vocación. Al principio lo tomaban como que «ya se le va a pasar», pero igual me apoyaban, aunque un poco se asustaban. Como a los dieciocho años comencé a dirigir obras y se volvió todo bastante serio con Criaturas de la Sombra que se estrenó en el Centro Cultural San Martín.”

R.S.: ¿Cómo convocaste tanta gente esa primera vez?
J.M.M.: “De la misma manera en que lo hago hoy. Confiando que eso que hago está bueno y trabajando para que la gente venga, volanteando, pegando afiches, haciendo prensa, siendo muy autogestivo en el sentido que la gente venga a ver.

M.S.: ¿Querés contarnos del problema de Catch cuando la llevaron a Chile?
J.M.M.: “Fueron muchos los problemas. Primero nos demoraron algunas visas. Pero lo más grave fue que la gente allá es muy conservadora. Empapelamos la ciudad con los afiches y nos convocaron a ir a la tele a un programa con cuarenta puntos de raiting, algo así como el Tinelli de allá donde nos pidieron que hagamos una escena y pusimos la lucha en el barro. El revuelo fue impresionante. Muchos pusieron el grito en el cielo.

M.S.: En tu producción tenés por un lado una obra como Catch y por otro Piel de Chancho que son muy distintas entre sí.
J.M.M.: “Una de las cosas que más me seduce de hacer teatro, hacer mucho teatro como el que hago es que cada espectáculo es un universo diferente para mí. Lo mío va de lo fashion gaucho de Electra Shock tirando a una superproducción con música electrónica y luces de neón en la Ciudad Cultural Konex, lo cool de lo cool, a un universo diametralmente opuesto a la sensibilidad que tiene Piel de Chancho. Sensibilidad está en otro costado totalmente distinto, una estética de los años ´70 sobre la salud pública en la Argentina, sobre la invasión de la poliomielitis. Con, diría, una mirada social sobre el tema de la medicina. Me inspira en cada espectáculo que entre sí sean autónomos. Cada espectáculo tiene un propósito diferente. Sensibilidad surgió sin texto, juntándonos una vez por semana con los actores para hablar sobre la salud pública y yo iba grabando. A partir de eso se me ocurrió ese universo, los personajes, lo que pasaba, comencé a montar escenas y así armé la obra. Piel de Chancho, por ejemplo, nace de una comida en la casa de mi mamá donde mi abuela se angustió porque pensó que estaba vieja. Se me ocurrió el universo de esa obra y el maltrato hacia los viejos a pesar de que a mi abuela la tratan re bien y que nadie la maltrata. Pero la fantasía de ella de que está vieja y no sirve, me generó ese universo. La convocatoria de Konex a que dirija una tragedia fue lo que me hizo buscar cómo hacer Electra. Tenía el texto original de Sófocles que modifiqué buscando una dramaturgia escénica que surgió de los ensayos. El amor y el miedo a la soledad me llevó al universo de Shangay.”

R.S.: Pero hay como un sello Muscari. Más allá de lo del “joven provocador”. Son obras llamativas, chocantes. Obras que sacuden.
M.S.: Una cosa con la que se te podría identificar también podría ser tu tratamiento del sexo.
J.M.M.: “Pienso que el sexo es parte de la vida cotidiana del ser humano. El sexo y la sexualidad. Lo que hago es no excluirlo. Hay espectáculos como Catch, por ejemplo, donde dejo al sexo como protagonista. Ya en el título que dice “Catch, lucha en el barro más sexo entre chicas” se nota que está puesto en primer plano. En cambio, en un espectáculo como Piel de Chancho el sexo prácticamente no aparece. Ahora si alguien puede leer como sexo o como transgresión que porque al depilarse alguien se baja la bombacha, es un tema de interpretación. Yo muestro lo que pasa. Para mí la mina cuando se depila estando en su casa con la abuela, se baja la bombacha. No haría que la mina hace como que se baja la bombacha y no se la baja. Porque no hago así con nada. Si veo un actor que hace que llora y no llora, si no podés llorar no llorás. No me interesa hacer «como que». En ese sentido el sexo en mis espectáculos no se emplea en una búsqueda particular de lograr tal o cual cosa. Sino que simplemente es algo más. Es un condimento más. Pienso que no debería estar reprimido en nada.”

R.S. :Tal vez esa falta de represión haga que se te identifique como provocador.
J.M.M.: “Mis espectáculos en algún sentido sacuden. A mí me interesan los espectáculos que me sacudan en el sentido más literal de la palabra. Que me sacudan emocionalmente, porque me divierten, porque me angustian. Quiero espectáculos vivos. A mí el teatro de Paco Giménez me sacude porque me divierte, porque me parece vital. Muchos espectáculos de Veronesse me sacuden porque me parecen reflexiones profundas sobre temas mirados desde un lugar muy lúcido.
     “Shangay sacude porque te identifica aunque no seas homosexual, porque en un tono de comedia habla de cosas que les pasa a las parejas. Sensibilidad te sacude porque toca temas fuertes como la muerte, el dolor, la pérdida, la salud pública, la mala atención. Como nos comportamos como mierdas, como pacientes en el hospital y como se comportan como mierdas con uno como paciente. Ese vínculo perverso. Uno de los personajes, médica, dice «vieron que cuando uno va al médico, ya solo con entrar al consultorio siente que el dolor se le empieza a pasar». Y es así, al menos a mí me pasaba eso, hay algo en el universo de la medicina que va más allá de la medicina en sí. Cada espectáculo sacude por diferentes razones. En Piel de Chancho sacude ver a María Aurelia Bisutti haciendo eso cuando no es lo que te imaginás de ella. Lo asociás a las películas picarescas de los años setenta. Electra es como un speed [anfetaminas]. Te sacude por la energía que tiene. Porque hay mucha visceralidad en los actores y porque de manera poco convencional te presenta una tragedia. La imagen generalizada de una tragedia es que te vas a embolar, que va a ser incomprensible y que va a ser larga. Y es todo lo contrario a lo que pasa.”

M.S.: ¿Cómo surgen los trabajos, te los proponen?
J.M.M.: “Nadie me propone nada. Son cosas mías. No me vienen a decir «querés hacer esta obra con tal y tal». Está bien, ahora me convocaron de ATC preguntándome si quería hacer algo con algún cineasta. Y yo dije: «sí, quiero hacer algo con Caetano». Me junto con Caetano y pensamos qué. No es que me propongan hacer X cosa con Caetano. Cuando Konex me convoca para hacer una tragedia acepto, pero es eso y ya está, después hago lo que quiero.
     “La llegada a Pareja abierta tiene que ver con el marido de Ana Acosta, amigo mío también él, que había visto obras mías y Ana ya había trabajado en dos espectáculos míos antes: Paraíso de Maravillas y Desangrados en Glamour.
Él me dijo: deberías hacer algo con Darío Fo, que tiene algo más formal pero muy relacionado con lo que hacés de cortar la situación y hablarle al público incorporándolo como parte del espectáculo. Pareja Abierta es una pareja abierta pero todo el tiempo son dos actores que están jugando a actuar esa historia. Cuando lo leí eso fue lo que más me gustó. Siempre voy encontrando en cada espectáculo lo que me ancla, lo que me gusta y de ahí tiro de la soga hasta que aparece.”

M.S.: ¿Te imaginás como actor laburar en una propuesta de otro director?
J.M.M.: “Me encantaría. Me gustaría ir a actuar nada más. Me parece que como actor en este momento, particulamente con Shangay, tengo un nivel de seguridad alto y creo que puedo ser muy auténtico en algo muy de otro. Y ése es el tipo de actores que me interesan y me gustan. Ésos que injustamente muchos dicen «siempre actúan de lo mismo». A mí me gusta eso. Urdapilleta siempre actuaba de sí mismo, y es muy bueno. Rita Cortese también. O Tato Pavlovsky. Me interesa mucho esa zona. Es el tipo de actor que intento tratar de ser.”

Entrevistaron Marcelo Saltal y Rafael Sabini


Revista El Abasto, n° 79, agosto 2006.

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