Agregar a Favoritos | Buscar | Preguntas | Mapa del sitio | Contactar |

INICIO HEMEROTECA CARTELERA LINKS CONTACTO BUSCAR

 

             

 

 

n° 74

n° 75
n° 76

n °77

  

PRINCIPAL
CARTELERA
NÚMEROS ANTERIORES
ÚLTIMO NÚMERO
NOTAS ANTERIORES
EQUIPO
SITIOS VINCULADOS
BS AS SATELITAL
BUSCAR
TU BLOG
COMUNAS

 

 

 

El tango del tercer milenio es ya una realidad. Quizá uno de los abanderados sea Horacio Ferrer. Por eso, para conocer algunos aspectos sobre lo que opina del tango va un adelanto de mi libro El tango del tercer milenio que se presentará en la próxima Feria Internacional del Libro.

Un atrevido del tango

¿Cómo reaccionaron los tangueros profesionales, y quizás también convencionales, cuando fueron tomando nota de la nueva poética tanguera que usted estaba elaborando?
-Yo diría que la respuesta no fue monolítica. Hubo, es cierto, mucha gente que resistió. Recuerdo a Juan Carlos Cambón, el de Los Cinco Grandes del Buen Humor, que me mandó la Balada para un cuerdo dedicada a mí de un modo poco agradable. En cambio Enrique Dizeo me dijo: ¡Qué maravilla ese tango tuyo! Y fue fantástico. Y Homero Expósito me comentó: Mirá, hasta que apareciste vos, yo vivía tranquilo; ahora estoy muy nervioso. Éramos muy amigos con Homero. Como se ve no hubo una respuesta monolítica, ni tampoco lo que podríamos llamar una respuesta generacional. Lo que ocurre es que alguna gente permanece insensible al cambio desde su nacimiento hasta su muerte, pero también, gracias a Dios, hay otra que nace sensible y no pierde nunca su sensibilidad. Vea usted que la muerte misma es una especie de novedad fantástica, aprovechable porque siembra algún postrero manojo de ilusiones… postrero para esta forma de encarnación. Además tuve el privilegio espectacular de que mi obra alcanzara inmediatamente un éxito de verdad estruendoso. Era mi primera obra pública, y resultó uno de los mayores éxitos que conoce la historia del tango. Recuerdo que hubo una suerte de conmoción nacional. Neustadt le hacía una nota a un coronel y le preguntaba: ¿Usted está piantao? Era una cosa fantástica, imbatible. El problema es cómo nanejarse después de un éxito como aquél y no repetirse, porque la tentación pudo haber sido componer una serie de baladas para un loco pero con títulos distintos. Yo no era un extraño en el mundo de la pintura ni en el del teatro y sabía muy bien cómo son algunas cosas. También lo sabía por el propio Piazzolla que era una fuente de música. Él me ayudó muchísimo porque antes habíamos compuesto Chiquilín de Bachín, Balada para mi muerte y El gordo triste, que no tienen nada que ver entre sí. Repetí la budinera de Balada para un loco tres veces: con La Bicicleta Blanca, con Soy un circo y con el El Rey que hice con Garello, y que me encanta. Esa forma es invento mío, la de hacer los parlamentos con música, con una prosa rítmica, después la parte cantable, otro pedacito hablado o recitado y después otra parte cantada con distintos ritmos musicales. Solamente cuatro veces lo hice, es decir que solamente tres repetí la budinera.

¿Cómo se manejó con aquellos que decían que lo de Piazzolla-Ferrer no era tango? Debe haber dolido…
A uno le duele cuando dicen mentiras, pero no cuando expresan lo que uno piensa... Se sabía que lo que estábamos haciendo era tango hasta la manija…tango hasta la manija. A mí me habrían ofendido si hubieran dicho que eso era feo. Eso sí.

¿Coincide conmigo en que la música de Piazzolla y las letras de usted forman parte de este tercer milenio? ¿Se entienden ahora más que antes?
Pegamos en el palo con María de Buenos Aires. Fue la primer obra que hicimos y no fue un tango, ni una canción, ni una pieza instrumental ni un recitado. Fue una obra de dos horas de duración y resucitó cuando se anunciaba el siglo XXI. Cuando Krezmer en 1996 me invita a hacerla y seguimos en el 2002 en Riga, Vilnius y Estambul, donde finalizó la gira. Ya estábamos en el siglo XXI. María de Buenos Aires fue entendida en todo el mundo. Fue fantástico. Cuando se dio en Japón el trabajo de traducción fue espléndido: lo que era una línea de letras en castellano, se convertía en dos líneas de dibujitos japoneses. En Canadá, en Turquía, en Israel, ocurrieron cosas parecidas. María de Buenos Aires me tragó no los sábados, la plata que no tenía. Y ahora le digo a Lulú que vamos a vivir de María de Buenos Aires hasta el resto de nuestras vidas.

¿Es consciente que los roqueros se acercaron al tango por Piazzolla y Ferrer?
Por supuesto. Me acaba de grabar Balada para un loco el grupo Bangladesh. Estoy en el video, estoy en un café que se llama Los Porteños, en Las Heras y Uriburu, muy lindo, y yo hago algunas apariciones. Los muchachos de otro conjunto muy popular, Los Piojos, iban a comer a La Barra y un día me encontraron y me dijeron si quería hacerles algunas letras para ellos. Les contesté que no, pero no porque no me gustara sino porque no tenía tiempo. Le diré que no mantengo opinión unánime sobre el rock porque tampoco tengo una opinión unánime sobre el tango. Tenía un amigo que decía: si todo el tango que se hubiera compuesto fuera Rodolfo Biaggi, yo no sería tanguero. Hay para el gusto de todos. Y en el rock también hay de todo. Hay rock comercial, rock barato, rock ordinario y muy fino.

¿Y qué opina del tango del tercer milenio?

En la orquesta Fervor de Buenos Aires, que hace a Di Sarli, los músicos tienen alrededor de 25 años. Ahora ocurre en el tango como en el flamenco. Dicen que yo hago la versión de Antonio Chacón y hacen el mismo arreglo que hacían los clásicos y le dan su sello, si es que tienen personalidad. Estos muchachos de la orquesta Fernández Fierro tienen la inteligencia de no tocar ningún tango que haya tocado Pugliese y entonces le ponen el estilo de Pugliese a páginas que el autor de La Yumba nunca tocó. A mí me parece que lo que usted llama el tango del tercer milenio está aún a la expectativa, pero estoy convencido de que se trata de una etapa del tango totalmente distinta de las otras.

¿Qué es lo que le está faltando al tango en estos momentos?
Al tango le está faltando en estos momentos que Gobello y yo tuviéramos tiempo -porque los dos somos menesterosos de tiempo- para reunir a todos los muchachos que quieran escribir letras de tango y hacerles una o dos reuniones mensuales para ir aclarándoles el camino y liberándolos del peso enorme que significa la existencia de Cátulo Castillo, de Pascual Contursi, de Homero Manzi, de Discepolín, para que no crean que ésa es una carga insoportable sino una venerable fuente donde surtirse de soluciones. Si los jóvenes estudian bien esos tangos, analizan cómo está aliada la letra con la música, van a encontrar caminos propios. El tango es una estética pero también es una técnica. También es una técnica escribir un tango. Pascual Contursi fue el mejor ejemplo de eso.

Marcelo Héctor Oliveri


Revista El Abasto, n° 62, diciembre 2004.

Volver al index

 



 

Mercado de Abasto Proveedor
Barrio de tango
Carlos Gardel desde el Abasto
Campeones; boxeo en el Abasto

Luca Prodan, el pelado del Abasto

II Concurso Literario, Pecados Capitales

 

 

 

 

 

 

Copyright www.revistaelabasto.com.ar - permitida su reproducción mientras mencione la fuente y nos haga llegar el material publicado.