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Encuentro con “Chino” Laborde, cantor de la orquesta típica Fernández Fierro, actor y exfutbolista.

De gambetas al gotán

Walter “Chino" Laborde es uno de los tangueros de la actualidad más reconocidos, cantor de la orquesta típica Fernández Fierro, cuya sede está en Bustamante al 700, vive actualmente en Mario Bravo y Perón y se considera un tipo de barrio.
     Viene participando en las ediciones del Buenos Aires Tango, ahora ya como maestro de ceremonias. Para hacerle la entrevista de modo más tranquilo preferí ir a un café donde apenas nos sentamos comenzó contándome cosas, a boca de jarro. Le encanta hablar, es muy simpático y extrovertido, y a pesar de poder subirse a un pedestal no es engreído.

Chino: “Viví en Avellaneda hasta los trece años. Jugué al fútbol desde los cinco, seis años, hasta los veinte. Terminé jugando en Primera. Pero fueron sólo dos partidos en esa categoría, después al banco. Pero antes de eso había jugado en las inferiores de Arsenal de Sarandí, de Independiente, de Lanús y del Porvenir. O sea, que milité... Jugué con algunos jugadores que después llegaron a andar, como Gustavito López, es un año más chico que yo, con algunos jugadores de Independiente, de Racing, también, como Gallegue, Marini, Fleitas, Carrasco, toda gente, más o menos, de mi misma edad. En Independiente jugaba con Roche, Mazón, con Gustavito López.”

¿Por qué dejaste el fútbol?
“Yo jugué hasta los veinte años y dejé porque me lesioné el abductor. Me mandaban a la AFA a hacer la prescripción médica y un día nos dijeron que a los jugadores del Porvenir, no los atendían más porque el club no pagaba las prestaciones. En el ´92 ya había una decadencia... Paralelamente estudiaba publicidad y recorrí todos los barrios del planeta. Yo, en el fútbol, era uno de los que iba a llegar. ¿Sabes cuántos se quedaron y eran re-grossos?”

¿Qué pensás del fútbol, hoy por hoy, con el Mundial?
“Me doy cuenta que ya no conozco a muchos jugadores, estoy medio afuera y eso que podría haber sido periodista deportivo. El Mundial es algo más para cegar a todos. Van a pasar cosas re-grossas durante este junio, van a pasar cosas más grossas que durante todo el año y, mirá, que pasan cosas grossas todos los días pero en este invierno, me parece, que nos van a reentubar. Desde chico sé que el fútbol está podrido.
”Me parecen insoportables los fanáticos ciegos, sean del club que fueren. ¿Viste los cantitos de cancha, cómo aparece ahí la xenofobia? Son terribles. Pero, bueno, la xenofobia dentro de determinados límites puede llegar a estar bien, el problema es cuando se pasa esos límites...”

Contáme, más allá de la lesión, de la elección de la música por el fútbol.
“Tocábamos en la línea de Deep Purple pero después se tornó para otro lado y ahí me cagué la garganta y tuve que estar parado, entonces, entrené muy bien: Pero ya me pintaban las chicas, diecinueve años ya estás en cualquiera, no vas a entrenar, querés la noche a fondo. Luego retomé el canto y terminé largando el fútbol. Pensé en ir a jugar al fútbol a cualquier provincia o a cualquier otro lugar. Pero preferí dedicarme a la música. Empecé a laburar, haciendo cantobares. Viste, veintiún años y que te paguen por cantar, se me estaba armando el sueño... Pero me faltaba algo. Tenía un vacío adentro. Yo cantaba Los Fabulosos Cadillacs, Fito Paéz, cantaba muchas boludeces también. Y seguramente todo eso no me hacía felíz. Y después empecé a cantar tango, que era lo que yo había escuchado en mi casa hasta que empecé a escuchar a Kiss a los siete años. Mi tía (materna) cantaba, además es hija de un bandoneonista. Así que toda mi vida escuché tango en casa. Yo mamé mucho el tango, por eso tenía que volver a él. Y volví bastante rápido, a los veintitrés años.”

¿Y cuándo volviste al tango cómo lo hiciste?
“Primero, fui a unos concursos de cantores en la Casa del Tango. Los que clasificaban iban a cantar al Centro Municipal de Expositores, un lugar más grande. Y bueno, fui a un par de peñas de cantores y por el concurso fui al Centro Municipal de Expositores y ahí perdí y me puse muy mal porque vi a los que habían ganado. Todos de moño y yo estaba vestido de otra manera. En esa época es cuando se estaba formando el germen de la Fernández Fierro... Seguí cantando y armamos un trío. En el 2000 ya estaba cantando en la Fernández Fierro que era la Fernández Branca, porque se llamó así hasta el 2001. La Fernández Branca es una orquesta nacida en el ´97, todos salidos de la Escuela de Música Popular de Avellaneda. De entrada yo los voy a ver y me hago fanáticos de ellos, además tengo amigos que tocan ahí, y les decía: el día que necesiten un cantor que me avisen. Y, bueno, en el ´99 necesitaron un cantor, hice una prueba y quedé.”

¿Antes había otro cantor?
“No, no había nadie. Todavía era todo instrumental lo que hacía la orquesta. Fui el primer cantor de la orquesta y soy el cantor que se quedó. Alguna vez cantó una chica y otros músicos pero yo soy el cantor oficial de la orquesta desde el año 99. ”

Escuché que cantaste en la calle...
“Yo cantaba en la calle en Defensa entre San Juan y Humerto Primo finalmente se juntaba tanta gente que el dueño de una casa de antigüedades nos comenzó a hacer quilombo. En el 2001 iba con un grabadorcito, pero con la crisis comenzó a mermar la gorra. Iba con un moño y peinado a la gomina, haciendo un personaje. En el 2002 comenzamos a publicitar la Fernández Fierro, el evento que íbamos a hacer. Yo propuse ir con los fueyes y los chicos dijeron «vamos todos». Tuvimos un éxito tan grande que esa misma tarde salió una foto en Buenos Aires Herald. A partir de ahí no paramos de trabajar en la calle, nosotros, la Orquesta Típica Fernández Fierro. A los dos años nosotros nos fuimos de gira a Europa y nuestro pianista que era novio de una violinista, Marina Martinelli, de La Imperial, propone que esa orquesta quede cuidando el lugar. Pero con el mismo formato, porque en realidad hubiésemos preferido que se quede un trío, un dúo, pero la onda venía por esa relación. Después se jodió todo porque comenzaron a otorgar permisos para tocar en la calle. ¡Y al día de hoy te piden un permiso para tocar en la calle!”

¿Y con la actuación cuándo te metiste?
“La actuación nace porque yo cantaba con otra gente en Avellaneda -antes de estar con la Fernández Fierro- y todavía hoy hago presentaciones, en un estilo gardeliano con una recreación de una época, de los años cuarenta. Fernández Fierro, en cambio, es una orquesta con arreglos, otro mundo. Entonces, yo cantaba en Avellaneda, venía cantando mucho solo, como solista y con la orquesta de ahí y, bueno, pintó un casting allá para El Romance del Romeo y la Julieta con Guillermito Fernández y con Florencia Peña, en el 2001. Fui al casting y quedé ¡para hacer Shakespeare! Era Romeo y Julieta pero con pedazos de tangos. Se estrenó en Avellaneda y tuvo tanto éxito que vino acá al Paseo La Plaza, estuvimos en el peor año, en el 2002. A través de esto surgió la posibilidad de hacer Discepolín de la regi Betty Gambartes con Peretti y Carnaghi. Estuve un añito ahí trabajando como cantante. Y después la representante de Claribel Medina, me avisa que estaban buscando un cantor para hacer Alberto Castillo en una película. Y se me dio, entré para Luna de Avellaneda. Ahora voy a salir en Vientos de agua de Campanella y con Alterio. Entro en el capítulo Trece. Esta miniserie está muy bien hecha.”

¿Estudiaste teatro o no?
“No, yo no estudié teatro. Estudié un poquito de canto hace muchos años, aprendí a respirar. Pero la actuación siempre estuvo un poco como innata.”

Yo te he visto cantar y un poco de actuación ahí metes. Me da la sensación de que te gusta mucho actuar.
“Sí, sí, tenes razón. Yo siempre me consideré un actor frustrado y un día se me dio la oportunidad de laburar en teatro ¡y teatro grosso! Yo ni siquiera hice otras obras chiquitas antes. Pero no quiero que se me suba a la cabeza porque en este país todo en algún momento, ¡plam!, cae, siempre te puede venir el castañazo...”

¿Qué sentís al tener que tocar en un lugar como La Trastienda que es del jefe de Gobierno de la Ciudad y no en el boliche de ustedes, todo por un tema de habilitación?
“Nosotros no tomamos La Trastienda como la casa del jefe de Gobierno porque, en realidad, nosotros venimos tocando ahí desde hace tres años. Aunque hoy en el fondo, hincha un poco las pelotas pero, bueno... Tocar en La Trastienda nos sirve: es un lugar con mucha capacidad y renombre y mucha prensa y eso. Tal vez, acústicamente el lugar no es lo mejor pero es un lugar popular. Antes tocábamos en otros lugares, nuestra sede era la Academia Nacional del Tango que también es media gubernamental. Pero ahí está Horacio Ferrer que nos apadrinó en nuestro primer disco, que nos regaló un par de tangos de él y de Pugliese. Ahí tocamos una vez en un evento donde estaba De la Rúa, en la época en que se dormía. Yo me acuerdo de, en un momento, observar y ver como cabeceaba el quía. Esto fue en el 2001, cuando se venía todo el bardo.”

Pero ustedes ya con el peso que tienen, ¿no pueden hacer algo por lograr en forma más rápida la habilitación del espacio que tienen?
“El único peso que cuenta en estos casos es el billete. Pero nosotros hicimos baños, hicimos de todo y está por salir la habilitación.”

¿La Fernández Fierro ya está sacando su tercer disco o me equivoco?
“Así es, estamos sacando lo que va a ser el tercer disco de estudio pero, en realidad, es el cuarto disco. El primero y el segundo es de estudio, el tercero es en vivo y ahora estamos sacando éste, que es de estudio. En el medio de todo esto, sacamos un DVD de las presentaciones en La Trastienda porque, básicamente, a todos nosotros nos gusta más la orquesta en vivo que en estudio. Porque es tan permanente y constante nuestra evolución que al mes de haber grabado cuando nos escuchamos nos queremos morir, porque al mes nomás ya están sonando mucho mejor los pibes. Hay un constante crecimiento. Digamos, que es así hasta que uno se muere pero hay unas mesetas donde te establecés.
      ”Siempre hacemos una maduración del disco último que sacamos, no es que apenas terminamos de componer, vamos y grabamos. Ahora, con el que está por salir, también, se terminó de componer hace un tiempo pero hay que tocarlo en vivo y sólo a los meses de tocarlo en vivo está a punto para grabarlo...”

¿Puede ser que se haya ido Peralta, el pianista de Fernández Fierro hace un tiempo?
“Se fue el pianista y se fueron dos fueyes que había, lo que pasa es que el pianista era uno de los miembros fundadores y era el primer arreglador de la orquesta. El se quejaba al final, sentía que no le dábamos mucha bola y nosotros queríamos un poquito más de poder. Pero como todos los músicos están creciendo y, además, esto es una cooperativa, hablamos todos. No tenemos jefes. Para mí, la cuestión acá fue hasta donde pesa el jefe y hasta donde los obreros... Ahora muchos más son los que componen.”

¿Tenés otros proyectos en danza?
“Tengo otros laburos. Desgraciadamente no puedo vivir exclusivamente por y para la Fernández Fierro, me gustaría en realidad porque es una orquesta de amigos y porque me gusta como suena y porque hay una cosa visceral muy fuerte en la Fierro.
      ”Yo laburo como solista en casamientos, cumpleaños, voy con la viola y con un fueye. Y, aparte, de esto, de tanto tocar con un guitarrista voy a ver si grabo un disco con una guitarra, un poco para que lo pasen por la radio y otro poco porque no tiene nada que ver con la orquesta. No cantaría en otra orquesta típica. Es importante que es como una orquesta pionera en esto. Hay muchas otras orquestas laburando en cooperativa, gracias a Dios... Abrimos una puerta. Nosotros, por ahí, tiramos la primera piedra e hicimos cosas muy grossas. Sobre todo mantenernos durante tanto tiempo. Es muy jodido, Tantas cabezas, tanta gente, hay que votar algunos temas. Si te fijás en Fernández Fierro la gente que grabó el primer disco no está en el segundo, la que grabó el segundo no está en el tercero y el que grabó el tercero no está en todos los discos anteriores y dentro de veinte años, por ahí, no estamos ninguno, ésa es la idea. Dejar asentadas unas bases importantes.”

Leí una nota que te hicieron en Página/12 donde decía como que era hora de volar por tu cuenta.
“Fue todo una gran confusión. Esa nota estuvo guardada y la publicaron luego que tocamos, gratis, para 3500 personas. Muchos se sorprendieron, pero no es que yo quiera dejar la orquesta. Simplemente me la rebusco con otros trabajos paralelos. Yo quiero estar en la Fernández Fierro mientras me dé la garganta o hasta que los pibes me echen. La actuación es algo paralelo a la orquesta.”

R. S.
Revista El Abasto, n° 77, junio 2006

 
 

 


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