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Comentario de película
Ciudad
de Dios
La Ciudad
de Dios remite a una favela
construida en Río
de Janeiro en la década
de 1960. En pos de “solucionar”
problemas de exceso de población
nace esta ciudad que paradójicamente
se encuentra más
cercana al infierno que
al cielo.
Podemos decir que al igual
que en los film Dársena
Sur (Rayero), El Cielito
(María Victoria Menis),
entre otros films latinoamericanos,
el tema que se repite es
la violencia, la pobreza
y lo que traen aparejado,
como la exclusión
social, la marginación
y la delincuencia.
No
obstante, Ciudad de Dios
tiene una marca original
que lo diferencia, y tiene
que ver precisamente con
el tratamiento que el director
le impone a su estética.
Esto se manifiesta desde
la mirada objetiva y distante
que hace que no exista en
la narración ningún
personaje moral con el cual
el espectador pueda identificarse
y que se dé así
el efecto moralizador acostumbrado
para estas temáticas.
El director elige dividir
el relato en tres partes
que narran la historia de
la favela desde la década
del 60 hasta la década
del 80. En estas tres décadas
la favela y los personajes
sufren alteraciones en sus
intereses y en su entorno.
En los años sesenta,
la delincuencia de la favela
se justificaba en la necesidad
de subsistir y en la lucha
por la desigualdad social.
En las décadas siguientes,
en cambio, la violencia
es más marcada y
vale por sí misma,
lo que la hace poco justificable
desde un sentido crítico.
El
director ubica al espectador
en una posición de
libertad de elección,
a la manera planteada ya
por A. Bazin. Podría
decirse que el espectador
a medida que transcurre
el relato se hace dueño
de su propia mirada, dado
que el director pone de
relieve la distancia moral
sobre la historia por medio
de los recursos cinematográficos,
como la voz en off -que
teje la acción- y
el marcado cambio de planos
y de estética en
el relato de las distintas
décadas.
Río
se muestra como una ciudad
dual, como lo es Buenos
Aires, con sus paisajes
de postal por un lado y
las favelas y las villamiserias
a las que el público
solo tiene acceso por lo
que la TV dispone mostrar,
como una otredad que diferencia
y afirma la condición
de marginalidad de sus anti-héroes.
Un
cine que devela una realidad
que fascina desde lo monstruoso,
y desde lo real, ejerciendo
la fascinación de
aquello que se puede ver
a la distancia, y corre
el riesgo de perpetuar tanto
el modelo como la situación
social que es la fuente
de su discurso y su forma.
Lorena Rueda
[email protected]
Ficha
técnica:
Cidade de Deus. Brasil.
2002. Dirección:
Kátia Lund, Fernando
Meirelles. Guión:
Braulio Mantovani. Elenco:
Leandro Firmino da Hora,
Philippe Haagensen, Alexandre
Rodrigues, Roberta Rodríguez.
Silvia.
Revista El Abasto,
n° 78, julio 2006.
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