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“La demostración con que Vuestra Señoría inflamó a las tropas de su mando enarbolando la bandera blanca y celeste, es a los ojos de este gobierno de una influencia capaz de destruir los fundamentos con que se justifican nuestras operaciones.... Ha dispuesto este gobierno que haga pasar como un rasgo de entusiasmo el izamiento de la bandera blanca y celeste, ocultándola disimuladamente y sustituyéndola con la que se le envía, que es la que hasta ahora se usa en esta fortaleza... El gobierno deja a la prudencia de V.S. la reparación de tamaño desorden, pero debe prevenirle que ésta será la última vez que sacrificará hasta tan alto punto los respetos de su autoridad y los intereses de la nación que preside y forma...”

Bernardino Rivadavia
Secretario del Triunvirato
(La bandera que acompañaba la "misiva" era la española)

“El Imperio Británico no está dispuesto a aprobar ningún intento independentista de las Provincias Unidas del Río de la Plata.”

Lord Strangford
Embajador inglés en Río de Janeiro

¿Qué hicimos bien? 1

Señor Mujica: Pero qué es eso no puede ser ¡No! ¡No! Saquen esta bandera de aquí. Nuestra bandera es la española. Todavía es la española.
Lamadrid: General…
Belgrano: Está todo en orden. Pueden seguir con la fiesta. No hay nada que escuchar.
Señor Mujica: General, las órdenes de Buenos Aires fueron bien claritas: nada de banderas.
Belgrano: Las órdenes de Buenos Aires a mí siempre me llegan tarde.
Señor Mujica: A mí me llegan muy bien.
Belgrano: Porque siempre está sentado en el mismo lugar. Por eso es fácil encontrarlo. Yo tengo que tomar decisiones. No puedo estar esperando a nadie. Escribí a Buenos Aires informando la necesidad de tener un distintivo, algo que ayude a mis soldados a luchar, algo que nos identifique.
Señor Mujica: Nadie va a pelear por esto, ni siquiera es un símbolo. En cuanto vuelva Fernando VII a España seguiremos siendo sus súbditos. Es un error hablar de independencia. Una bandera le crea falsas expectativas a la gente.
Belgrano: Le va a crear expectativas a la gente. Si son falsas o no el tiempo lo dirá.


Pensamiento

El 19 de mayo de 1810, Manuel Belgrano escribía un artículo en El Correo de Comercio titulado “Sobre las causas de la destrucción o la conservación y engrandecimiento de las naciones”2. En él expresaba su profunda preocupación sobre la unión como base fundamental del sostenimiento de las naciones. Aquí exponemos un fragmento que describe los tormentos, la pasión y el espíritu vigoroso del creador de nuestra insignia patria.

Procurando indagar en la historia de los pueblos las causas de la extinción de su existencia política, habiendo conseguido muchos de ellos un renombre que ha llegado hasta nuestros días, en vano hemos buscado en la falta de religión, en sus malas instituciones y leyes, en el abuso de autoridad de sus gobernantes, en la corrupción de costumbres y demás.

Después de un maduro examen y de la reflexión más detenida, hemos venido a inferir que cada uno de aquellos motivos y todos juntos no han sido más que causas, o mejor diremos, los antecedentes que han producido la única, la principal, en una palabra, la desunión.

Esta sola voz es capaz de traer a la imaginación los más horribles desastres que con ella pueda sufrir una sociedad, sea cual fuere el gobierno que la dirija: basta la desunión para originar guerras civiles, para dar entrada al enemigo por débil que sea, para arruinar el imperio más floreciente.

Por el contrario la unión ha sostenido a las naciones contra los ataques más bien meditados del poder, y las ha elevado al grado de mayor engrandecimiento, hallando por su medio cuantos recursos han necesitado en todas las circunstancias o para sobrellevar sus infortunios, o para aprovecharse de las ventajas que el orden de los acontecimientos les ha presentado.

Ella es la única capaz de sacar a las naciones del estado de opresión en que las ponen sus enemigos, de volverlas a su esplendor y de contenerlas en las orillas del precipicio: infinitos ejemplos nos presenta la historia en comprobación de esto; y así es que los políticos sabios de todas las naciones, siempre han aconsejado a las suyas que sea perpetua la unión, y que exista, del mismo modo, el afecto fraternal entre todos los ciudadanos.

Por lo tanto es la joya más preciosa que tienen las naciones.


Nacer y morir en junio

El 3 de Junio de 1770 María Josefa Gutiérrez da a luz un hijo al que pondrá como nombre Manuel José Joaquín Del Corazón De Jesús Belgrano. Quizás sea por su sencillez que pasó a la historia como Manuel. Simplemente Manuel.

Once hermanos acompañaron su infancia pero la muerte lo encontró solo. Entre aquella vida familiar y la aventura de su vida que lo inscribió en el corazón del pueblo argentino, muchos ires y venires signaron su paso por este mundo. Estudiante incansable, apasionado escritor y brillante soldado es lo menos que puede decirse de este hombre que legó a la naciente patria el símbolo que nos abrigaría en las horas más oscuras y los tiempos más luminosos de la historia argentina.

Su primera conquista fue graduarse de abogado en la Universidad de Salamanca con medalla de oro, mostrando un especial interés a los temas relacionados con la economía política. Así fue designado como el primer presidente de la Academia de Práctica Forense y Economía Política. Fue por estas funciones que Manuel Belgrano había alcanzado prestigio en los ámbitos públicos, condición que bien supo capitalizar. De ese modo obtuvo del Papa Pío VI una autorización para leer toda clase de literatura prohibida. El texto indicaba que podía tener acceso "...en la forma más amplia para que pudiese leer todo género de libros condenados aunque fuesen heréticos." Claro, había una excepción: las obras obscenas. Así conoció el pensamiento de Montesquieu, Jean-Jacques Rousseau, Gaetano Filangieri, François Quesnay, Gaspar Melchor de Jovellanos, Pedro Rodríguez de Campomanes y Adam Smith.

El mundo se había abierto ante los ojos del joven Manuel que –unido a la fuerza de su espíritu indómito– cambiaría el mundo para siempre.

Además, tener como primo a Juan José Castelli –el Orador de la Revolución– creó a su regreso a Buenos Aires el escenario propicio para que desplegase su utopía.

Claro que los acontecimientos no son siempre ni tan simples ni tan lineales. Ya en 1797 guardó su título de abogado y se puso el uniforme militar a pedido del virrey Pedro de Melo que fue designado capitán de las milicias urbanas de Buenos Aires en 1797. Y como era curioso, ya que estaba, se dedicó a profundizar sus estudios sobre táctica militar.

Sabido es lo que sigue. Colabora como periodista en el Telégrafo Mercantil, participa en ambas defensas de Buenos Aires en las Invasiones Inglesas, comienza a editar el Correo de Comercio, participa de las deliberaciones del Cabildo convirtiéndose en protagonista de la historia de Mayo, es designado vocal de la Junta Provisoria de Gobierno y a partir de allí, el camino inmortal hacia la construcción de la nación dirigiendo a los Ejércitos Libertadores.

Victorias y derrotas cruzaron la vida de este hombre obsesionado por la unión nacional. Impulsado por ese sueño ardoroso, un buen día comenzó la encarnizada lucha por la creación de la bandera, su ocultamiento y su gloria.

 

Casa de la Libertad

El Museo es un edificio colonial universitario perteneciente a los jesuitas; se encuentra en Sucre – Bolivia – y se lo conoce por el nombre de “Casa de la Libertad”. Lleva ese nombre porque en él se graduaron como “doctores de Charcas” los principales protagonistas de las revoluciones de la independencia de América del Sur. También porque en su recinto se reunió la asamblea de diputados convocada por el mariscal Sucre proclamándose la independencia del Alto Perú y porque allí además se sancionó la primera constitución de Bolivia, redactada por el Libertador Simón Bolívar. Gabriela Zamora -administradora del Museo- no duda en afirmar que la bandera que allí se encuentra, "es el tesoro más grande que tenemos aquí”...esa mujer no habla de su bandera -la bandera de Bolivia- sino de otra.

Contigua a la Sala de los Guerrilleros (En dicho ambiente se destaca la efigie de doña Juana Azurduy, quien a petición del general Belgrano le fuera otorgado el grado de teniente coronela de milicias) se halla la “Sala de la Bandera de Belgrano”. La enseña que se encuentra en una caja de cristal no es otra que aquella que el abogado don Manuel Belgrano, Comandante del Ejército del Norte, enarbolara por primera vez el 27 de febrero de 1812, a orillas del río Pasaje (actual río Juramento).

En octubre de 1883 el padre Martín Castro, cura párroco de Macha, recorría la capilla de Titiri, en el altiplano boliviano. Dos cuadros de Santa Teresa, corroídos por el abandono, llamaron su atención. Los descolgó y arrancó los marcos para ver si la humedad había llegado a morder el lienzo. Sorprendido, advirtió que detrás de la tela había otra tela; cuando empezó a extenderla notó que la segunda tela estaba manchada de sangre y parecía todavía más vieja que la primera. Detrás de cada cuadro se ocultaba una bandera de dos metros de largo y más de un metro y medio de ancho. Ambas enseñas tenían manchas de humedad y sangre, y tajos de viejas batallas.

El padre Castro volvió a doblarlas con prolijidad y las escondió de nuevo detrás de los retratos, sin dejar una sola pista. En 1885, dos años más tarde, la capilla tuvo un nuevo párroco: Primo Arrieta. Este descolgó los cuadros y lo hizo azuzado por la misma curiosidad, ya que el padre Castro no había violado su secreto. Cuando retiró los marcos, aparecieron las banderas. El Padre Arrieta las estudió con detenimiento: una de ellas tenía 2,34 por 1,56 metros. "Era de seda despulida, con desgarraduras interiores, sin desflecamientos, descolorida, con tres franjas horizontales, celeste, blanca, celeste, es decir una indudable bandera argentina." El tamaño de la otra, similar, pero su misterio mayor: "medía 2,25 por 1,60, en peor estado de conservación y sus tres franjas eran roja, celeste y roja".

 

Ayohuma

Los capilleros, dos indios muy ancianos que nunca se habían apartado de la región, le dijeron al padre Arrieta que muchos años atrás, en tiempos del rey, siendo ellos niños, oyeron de una gran batalla en el paraje cercano de Charayvitú. En aquella pelea había tenido mucho que ver el que entonces era cura de Macha y a raíz de ello fue perseguido por los españoles, debiendo dejar la parroquia y refugiarse con los indios, donde pasó el resto de su vida, aventurándose muy de tarde en tarde, y disfrazado, a las poblaciones blancas.
La batalla de Ayohuma, era el hecho recordado por los indios. El padre Arrieta encontró en los libros parroquiales el nombre de su predecesor: Juan de Dios Aranívar, quien firmó las novedades hasta el día anterior a la batalla. Después su rastro se esfumaba. Supo también que Aranívar había sido amigo del comandante Belgrano, dándole refugio en su capilla. En 1896 el gobierno de Bolivia entregó la bandera celeste, blanca y celeste de Titiri al gobierno argentino. Hoy, esa bandera se encuentra en el Museo Histórico Nacional.

La otra bandera, la de los colores misteriosos, quedó en Bolivia y se conserva actualmente en la Casa de la Libertad. Años más tarde su enigma fue aclarado: no era roja, celeste y roja sino blanca, celeste y blanca; los colores del forro que la protegían detrás del cuadro se confundieron con la tela de la bandera original. Aquella bandera era la misma que don Manuel izó a principios de 1812.

Con la nueva enseña celebró el 25 de Mayo en Jujuy, haciéndola bendecir por el sacerdote salteño, doctor Juan Ignacio Gorriti bajo el lema "Juremos vencer a los enemigos interiores y exteriores, y la América del Sur será el templo de la independencia y de la libertad". “Sí, juro” fue el grito que salió de las gargantas del pueblo de Jujuy y de los soldados patriotas. Antes, fue el mismo comandante quien elevó una propuesta para usar un distintivo que identificara al ejército bajo su mando. Así nació también la escarapela nacional y esa nueva bandera llevó los mismos colores.

Pero el gobierno recibió la noticia del primer izamiento de la bandera de la patria con exacerbado rechazo. ¿Por qué? Belgrano –leal a la revolución de mayo- quería que se proclamara la independencia de España y la nueva bandera representaba el primer signo de la emancipación. El triunvirato entendía que procediendo así se rompería violentamente con Inglaterra (dado que era aliada de España en las guerras contra Napoleón). Por aquel entonces había una palabra resistida: “independencia”, su sola mención fastidiaba a Bernardino Rivadavia y al embajador ingles lord Strangford que opinaba a favor de sostener buenas relaciones políticas con la corona. Fue así que Rivadavia encabeza el primer procedimiento contrarrevolucionario: le ordena al Comandante Belgrano esconder nuestra primer bandera e izar en su lugar una roja y amarilla –la que usaba la flota española.

Sin embargo, aquella primer albiceleste, tuvo oportunidad de flamear victoriosa al frente del ejército del comandante en jefe Belgrano, derrotando a los adversarios de la revolución en la memorable batalla de Tucumán el 24 de septiembre de 1812; triunfo que completó el 20 de febrero del siguiente año en la de Salta, rindiendo al ejército del general Pío Tristán.

En esa última batalla participó el primer ejército de ponchos azules: “las damas salteñas”, al mando de la Capitana Martina Silva de Gurruchaga, que resultó una pieza clave para la victoria. Esta victoria salvó a la revolución de su crisis más grave al impedir a los realistas avanzar hacia el litoral para unir sus fuerzas con las de la guarnición española de Montevideo. El Estado no tuvo más remedio que premiar a Belgrano: un sable remachado en oro y $40.000 - que éste donó a la Nación para construir 4 escuelas.

Pero Belgrano era astuto y en una carta enviada al General San Martín, le expresa su preocupación por el destino final de la insignia revolucionaria: Mi amigo: "... conserve la bandera que le dejé; enarbólela cuando todo el ejército se forme; y no deje de implorar a Nuestra Señora de las Mercedes, nombrándola siempre nuestra Generala... "

Mientras San Martín organizaba el audaz cruce, tras esos pliegues “del color del cielo”, por otro camino iba el ejército revolucionario de Belgrano subiendo al Alto Perú. Pero fue derrotado en las batallas de Vilcapugio y Ayohuma y al retirarse tras esta última acción de guerra, los revolucionarios argentinos, ocultaron la bandera para que no cayera en manos realistas.

Casualmente fue encontrada setenta y dos años después.

Por participar en esa expedición la capitana María Remedios del Valle, que había formado parte de las filas del ejército de la revolución desde 1810, pasó a la historia como una “niña de Ayohuma”, finalizando sus días ignorada y mendigando por las calles de Buenos Aires. Uno de los pocos sobrevivientes de aquella batalla (que luego seguirá a San Martín hasta Perú), el cabo Antonio Ruiz, más conocido como “el Negro Falucho”, fue fusilado tiempo después por negarse a rendir honores al pabellón español.

Para Manuel Belgrano el final de sus días fue absolutamente indiferente. Sólo un periódico le dedicó un breve obituario aquel 20 de junio de 1820. Fue el “Despertador Teo-Filantrópico, Místico-Político”, editado por un sacerdote franciscano: Francisco de Paula Castañeda. Por aquel entonces Rivadavia ya había olvidado que el territorio de la actual Bolivia pertenecía a las Provincias Unidas del Río de la Plata. Quizás por eso la banderita primogénita, quedó abandonada bien lejos.

Negada primero, ignorada después, nuestra insignia, aquella que Belgrano nos legó, el máximo pabellón revolucionario, tuvo durante muchos años un triste destino: dormir el sueño de la gloria en el exilio. Es un enorme orgullo saber que hoy ya no está sola. Se encuentra cuidada con veneración, por nuestros hermanos de la Patria Grande que supimos conseguir.

 

Volvió y fue millones 3

Belgrano moribundo: Nos estamos matando entre nosotros, así no se puede.
Terranova: Tranquilo. Quieto, quieto, quieto. Hay que sanar las piernas.
Belgrano moribundo: No, pero ¿usted quién es?
Terranova: El médico. Hay muchas cosas que hacer, te necesitamos sano.
Belgrano moribundo: ¿Qué más hay que hacer? Yo ya no tengo nada más para hacer.
Belgrano joven: ¡Ah no! Está todo perfecto. Ya lograste todo lo que querías.
Belgrano moribundo: No, claro que no. Salió todo mal.
Belgrano joven: Con más razón entonces. Tenés que volver. Hasta que salga bien. Hasta el final.
Belgrano moribundo: Yo ya estoy en el final. Mirá sífilis. Esto no es sífilis. Tiene un nombre raro. Y lo peor está allá afuera: guerra civil. Nos estamos matando entre nosotros, y con la misma bandera. Hasta esa idea fue un fracaso.
Belgrano joven: ¿Quién te entiende a vos? Antes porque no la quería nadie. Ahora porque la quieren todos.
Belgrano moribundo: Fue un fracaso. Mirá cómo estamos. No queda nadie. Ni Moreno, ni Castelli… Están todos muertos. Ni San Martín. Hasta él va a caer en la volteada. Hicimos todo mal. Queríamos cambiar el mundo para dárselo al pueblo y lo que teníamos que cambiar era el pueblo.
Belgrano joven: Entonces qué ¿nos olvidamos de todo? … de los sueños, de los ideales… ¿nos olvidamos del nuevo mundo?
Belgrano moribundo: Yo ya me olvidé de todo eso hace mucho tiempo.
Belgrano joven: Yo todavía lo sueño.

Nosotros también

Viviana Demaría y José Figueroa
[email protected]


Citas y Referencias Bibliográficas:

1- Diálogo extractado de “Belgrano, la película” – una de las dos grandes producciones históricas realizadas con motivo del Bicentenario por la Televisión Pública, Canal Encuentro y la Unidad Bicentenario, con el apoyo del Ente Cultural de Tucumán, el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) y la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).
2- Pigna, F. “Manuel Belgrano sobre las causas de la destrucción o la conservación y engrandecimiento de las naciones” – artículo perteneciente a la publicación El Historiador, que puede ser consultado en el sitio http://www.elhistoriador.com.ar/
3- Diálogo extractado de “Belgrano, la película” – una de las dos grandes producciones históricas realizadas con motivo del Bicentenario por la Televisión Pública, Canal Encuentro y la Unidad Bicentenario, con el apoyo del Ente Cultural de Tucumán, el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) y la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).
4- Instituto Nacional Belgraniano – “Biografía” – http://manuelbelgrano.gov.ar/
5- Ministerio de Educación – “Efemérides” – www.me.gov.ar/efeme/3dejunio/
6- O'Donnell, M. – “El grito sagrado” – Ed. Sudamericana, Buenos Aires, Mayo de 1999
7- Veiga, D. – “Primer Izamiento” – Diario La Capital, Rosario, 15 de Junio de 2003 (citado en el sitio online nuevaregion.com)
8- La imagen que acompaña al texto ¿Qué hicimos bien? ilustra el escrito de Soriano,O. – “Un amor de Belgrano” – en el sitio web El Ruido de las Nueces http://www.elruidodelasnueces.com.ar/?p=13459
9- Sitio “Casa de la Libertad” - Sucre, Bolivia. www.casadelalibertad.org.bo


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Revista El Abasto, n° 168, junio 2014


 

 

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