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Entrevista a Hilario Canto

“Cantor de barrio”

Patrocinio barrial
Personalmente conocí su guía barrial -Hilario Canto, el cantor del barrio- que entre avisos manda chivos de su canto. Me interesó la idea de esa búsqueda de patrocinios por el barrio y lo googlié. Me llevé una grata sorpresa, ¡el tipo es muy bueno cantando!
    Se mudó al barrio por una relación amorosa que conoció cantando una vuelta hace unos años en Almatango (ahora Sanata Bar) en Sánchez de Bustamante y Sarmiento. Por ella se instaló en el Once y sigue relacionado al barrio por el tema de su revista. Hacía otra similar por Chacarita. Me confiesa que ahora unifica las publicaciones y hará que la misma incluya comercios auspiciantes desde el Once hasta Chacarita.
    La revista la arrancó hace dos años. Hace poco comenzó a ayudarlo un hijo. Es mensual. Es todo de publicidad y la lleva a cada lugar donde va a cantar.

La familia, sus orígenes
Me crié siendo hijo único, mis padres adoptivos -Juana y Jerónimo- se enteraron de que había posibilidad de adoptar y me criaron en Villa Krause, San Juan. “Nos juntábamos para los carneos, donde rotan el lugar de carneada y cae toda la familia. Mi padre adoptivo tenía once hermanos. Los pibes jugábamos a la pelota con una vejiga del chancho. Nos pasábamos durante un par de meses de carneo.” Cuenta así que tiene tíos, primos, tías, en definitiva una gran familia adoptiva. “Recién comencé a hurgar en mi origen biológico cuando fallecen mis padres. Porque no los quería lastimar. Para ellos era el hijo y me adoraban”.
   Cuando en el 2007 logró un emotivo reencuentro con su madre biógica, Carmen Rivera, llamada por todos Carmela se enteró que ella, luego de darlo en adopción por ser muy joven, se había casado con otro hombre y había tenido cuatro hijas. Hilario tiene hoy 66 y Carmela 81. “Me contó que mi papá se llamaba Nicolás Rojas y vivía en Villa Flora. Lo fuimos a buscar y descubrimos que había muerto. Pero había tenido otros siete hijos. Así que tengo once hermanos biológicos que veo cuando voy a San Juan”. Lo de ellos fue fugaz, al quedar embarazada tan jovencita lo tuvo que dar en adopción porque no podían criarlo por un tema económico. “Y creo que dada las circunstancias fue lo mejor”, opina hoy Hilario.

El canto
“Cuando era pibe me anoté en la Marina de Guerra a hacer la carrera militar. Viajábamos mucho a Ushuaia, Puerto Madryn, embarcados... Había un pibe, también sanjuanino, que tocaba la viola, había tocado en un conjunto de la música moderna de esa época. Te estoy hablando de la época de Leonardo Favio, Yaco Monti, Los Iracundos, año `65 más o menos. Y nos reuníamos cuando teníamos horas libres adentro de un cañón naval, para no molestar con el ruido, que es como un cuarto de tres por tres. Una vuelta estábamos cantando un tema -«La lluvia caerá»- de Los Iracundos, éramos como ocho o diez, y de pronto todos se callan y me dejan cantando sólo. Pregunté qué pasaba y uno me dijo «cantá vos, porque vos cantás bien». Y todos insistían. Y así se me fue metiendo en la cabeza de que quería ser cantante. Al poco tiempo mirando Sábados Circulares de Mancera veo a Sandro y los del Fuego revolcándose en el piso y me dije: «¡Quiero ser como este tipo! ¿Qué hago yo en la marina?».
   ”Así que me di de baja y me inscribí en un concurso y como premio me ofrecieron cantar en una orquesta de música moderna de esa época. Hacíamos temas de Los Ángeles Negros, Los Náufragos... como «Movete chiquita movete» y todas esos temas...”
   Cuenta que hicieron de soporte para varias bandas como Tormenta y La Joven Guardia. Una vuelta el representante de Sabú los escuchó y les recomendó venir a Buenos Aires. “Y nos vinimos, grabamos en PNT que estaban en la calle Moreno, con los instrumentos de Alma y Vida. Mientras grabábamos en una sala al lado grababa Carlos Bisso y Conexión Nº 5.” Al poco tiempo sus compañeros se volvieron. “Extrañaban San Juan. Yo me quedé.”

Genera su familia
Con el tiempo conoció a mi mujer, con la que tuvo sus cinco hijos, “ahora tengo quince nietos” cuenta orgulloso. “Cuando me casé dejé de cantar por unos años. Luego comencé a cantar con un conjunto de danzas típicas norteñas, más o menos por los ochenta. Más adelante me lancé con folklore sanjuanino como solista y surgió mi seudónimo artístico. Mi mamá adoptiva era Juana Canto, así que adopté su apellido. Hilario Cuadros fue uno de los pilares del folklore cuyano.    Y le tomé el nombre. Mi nombre verdadero es Francisco Jorge Villaruel. En esa época llegué a ser finalista del Cosquín un par de veces. Trabajaba paralelamente en refinería de maíz y luego estuvo en seguridad. Pero entre trabajo y familia nunca pudo dedicarse de lleno.
   “Enviudé en el ´96 y se complicó aún más... Tenía 46 años. Ahí directamente dejé de cantar como diez años. En seguridad trabajaba 12 horas por día. Mis hijas, las más grandes, me daban una mano, pero ya tenían sus parejas, su vida por otro lado. Ahora estoy chocho con mis hijos y mis nietos”.

Retoma su veta de cantor
“Laburaba en Marlboro en seguridad, primero en Tortuguitas y luego en Merlo. Vivía en Manuel Alberti, pegado a Tortuguitas. Allá la empresa tiene un club al lado de la fábrica. Una vuelta un empleado que hacía rock organizó un encuentro de canto. Me buscó y me preguntó si cantaba. «Cantaba, hace como diez años que no canto» le dije. Y «¿qué cantabas?» «Folklore y por ahí algo de tango», le dije y agregué, «me anoto para cantar tango». Me vine al Once que había un hombre que hacía pistas para cantar, las compré y comencé a practicar. «El amor desolado» yo lo cantaba, pero como balada, como hacía Alberto Cortez. Y ahí comencé a cantarla como tango. Me presenté y los vagos se paraban a aplaudir a morir, no podían creer que yo cantara así. Y ellos mismos me anotaron para el Pre-Ayacucho. Y ahí llegué a la final como Jorge Villaruel. Incluso grabé mi primer disco con mi nombre. Pero había gente que me reconocía y me seguía diciendo Hilario. Así que volví cantar como Hilario Canto.”

Ganarse el mango hoy
Desde el 2001 es guarda del Ferrocarril General Urquiza. Con la SUBE cambió la función: “La tarjeta SUBE la apoyás y te cobra, al bajar apoya de vuelta y devuelve lo que no usó. Hoy todo se maneja con los molinetes. Los auxiliares ayudan en los molinetes, informan, controlan”. Hilario está a punto de jubilarse y está indeciso si dedicarse de pleno a la música o trabajar unos años ascendido a inspector. Mientras continúa pateando el barrio hasta Chacarita para luego ir y venir hasta General Lemos.

Otras vías de comunicación
Más allá de la revista su Facebook deschava otra veta por el rioba: domingos a las 21, micrófono abierto en el Café de los Floristas, Corrientes 4299, donde él y “todo el elenco de Buenos Aires te quiero estarán en primera fila”.
   Además me cuenta orgulloso que también hace un programa de radio en la AM 1840, Radio General Belgrano, los miércoles de 12 a 13. Y que a su vez está todos los sábados con un espectáculo en un boliche de Parque Patricios.
   Tiene un candombe, “Buenos Aires te quiero”, y utiliza ese nombre para el programa -con Valeria Cejas- y el show con: Paula Hiriart (a quien conoció en Cantando por un Sueño el 9 de mayo de 2012), Andrea Genaro y Franco Ventez. Los dos últimos también participan del programa de radio y el candombe en cuestión sirve de cortina.

R.S.


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Revista El Abasto, n° 165, marzo 2014



 

 

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