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El histórico saxofonista de los Redondos en tocando en el Abasto

Una noche con Sergio Dawi


“Éramos tan under”, podrá lamentarse algún nostálgico de los años ochenta, tiempo en el que se le decía adiós a los años de dictadura y prohibiciones. Aquel movimiento cultural emergente, subterráneo en los años de plomo, revitalizó la cultura popular con nuevos artistas y marcó el rumbo a las generaciones venideras.
    Inquietud, creatividad, nuevas búsquedas. El under no fue uno solo y en cada frente surgieron íconos. Desde la música, hace más de dos décadas, el grupo Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota peregrinaba por teatros y clubes porteños en espectáculos donde subían al escenario poetas como Enrique Symns, bailarinas y cantantes invitadas como las Black and Blues. La puesta en escena y la teatralización en sus recitales marcaron el comienzo de una mística que le dio vida a uno de los fenómenos más importantes del rock nacional.
    A su vez, en aquella década los teatros configuraban, a fuerza de presentaciones en pequeñas salas, lo que es hoy en día la escena off, del cual este barrio es referente por la gran cantidad de espacios alternativos. Géneros como el clown y la improvisación ganaron terreno sobre tablas.
    Se destacaron, entre otros, Batato Barea, Humberto Tortonese. Junto a ellos, Luis Aranosky, fue parte de esta movida. Integró los Triciclosclos y actuó junto a Barea en El Club del Clown. En la actualidad continúa con su actividad poética y es columnista en FM La Tribu.
    Visto en retrospectiva, aquel tiempo, marcado por la vuelta de la democracia, fue un reverdecer de la creatividad, con ella se ampliaron los límites de lo posible en el arte. Evocar estos nombres es recordar una Buenos Aires que bullía entre la libertad y la experimentación para ampliar las barreras de la cultura.
    Sin embargo, es demasiado pronto para lágrimas y nostalgias. Ambas facetas del under se unieron por una noche en Abasto. El lugar fue el escenario del Club del Arte, donde el poeta Luís Aranosky organiza ciclos musicales. A su vez, toca con su banda Cachitos Rock, otro ícono de aquella época.
   El invitado de lujo en cuestión fue Sergio Dawi, quien en la actualidad reparte su tiempo entre la banda Dawi y los estrellados -con dos discos editados- y VideoSaxMachine, un solo set cargado de melodías del mundo e improvisaciones que van desde el blues hasta lo étnico y de lo electrónico al funk. Con esta última banda ha estado de gira por los barrios porteños.
   Rescatando esa estética colorida de años atrás, el histórico saxofonista de los Redondos lució un delantal de médico y el inconfundible estetoscopio. ¿Una melodía que sana olvidos y mediocridad? Tal vez.
   A su vez, el anfitrión, bonete rojo fuego de por medio, recitó poemas a dúo con encendidas melodías de fondo. Reflexiones acidas sobre la realidad, una búsqueda de la palabra movediza que reniege de lo que la sociedad da por naturalizado; desde allí es donde Aranosky empuña su pluma. Los aplausos desde abajo elevan una réplica en forma de resistencia contra la “clausura cultural”, tal como expresó luego al público en alusión al momento que viven las casas culturales en Buenos Aires.
   El momento más emotivo fue cuando Aranosky recitó un poema dedicado al fallecido actor y clown Batato Barea; también vecino de Abasto en aquellos años ochenta. “¿Dónde estás Batato?”, evocaba el músico mientras Dawi elevaba suaves acordes de su saxo.
   “Payaso de todos los universos posibles”, que “entre alcobas y escenarios” tuvo una “vida errante de besos”. Así recordó Aranosky a su amigo y compañero de tablas. Aquellos años vuelven con energía, pero también regresan como una melodía lenta y triste como el clima que entona Dawi con sus acordes.
   Luego de varios escritos más, el músico que compartió escenario con el Indio Solari y Skay Beilinson se despide. El doctor saxo se quita el estetoscopio para vestirse de público y ver el recital de Cachitos Rock.
   Antes, nos acercamos para conversar con él. “Dale, vamos para allá que la música está fuerte”. Rumbo al diminuto baño, Dawi destaca “la amistad” que los une con Aranosky.
   El encuentro dura algunos minutos, pero lo suficiente para enterarnos que de esta zona resalta el trabajo que hace el Bar Emergente. “Los conozco a los chicos y rescato mucho lo que están haciendo, toqué varias veces ahí y veo una gran movida cultural”, sostiene.

   “Que haya un sitio así es muy positivo, tanto para la gente que recién comienza como para aquellos que subimos a un escenario a tocar y encontrarnos con amigos, es parte constructiva de la música”, añade.
    Consultado por cómo vive esta época “post-Cromañón”, en lo que refiere a la reducción de espacios culturales (motivo por el cual varias agrupaciones zonales están movilizadas), Dawi sostiene: “Creo que en momentos así empieza a surgir el interrogante “¿cómo lo hacemos?”, desde ese lugar, y ante la necesidad, se sacan para fuera las herramientas que cada uno tiene y puede utilizar para crear nuevos espacios”. “La verdad que siento una esperanza muy grande en que esta movida siga creciendo”, remata.
   Empieza a sonar Cachitos Rock, el grupo de Aranosky y salimos de vuelta a la sala principal del Club del Arte. Apretón de manos mediante, nos despedimos de este músico, cuyas melodías junto a Los Redondos ya son himnos del rock nacional. Y pensar que todavía le quedan escenarios por conquistar. Ese espíritu inquieto y creativo de aquellos años aún hace mella en estos artistas. Por suerte, todavía “son tan under”.

Juan Manuel Castro
[email protected]


Revista El Abasto, n° 136 , octubre 2011.


 

 

 

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